No hay Fallas, pero este año celebramos el “Año de San José”
San José: sabiduría de los buenos padres
En las Sagradas Escrituras, conocemos a José como a “un hombre justo, respetuoso de la ley, un trabajador, humilde, enamorado de María”. En un primer momento, ante lo incomprensible, “prefiere hacerse a un lado” pero después “Dios le revela su misión”. Y así San José abraza su misión, su papel, y acompaña el crecimiento del Hijo de Dios en silencio, sin juzgar, sin hablar de más.
Ayudar a crecer, a desarrollarse. Así buscó un lugar para que el hijo naciera, lo cuidó, lo ayudó a crecer, le enseñó el oficio: tantas cosas… En silencio. Nunca se apropió de su hijo: lo dejó crecer en silencio. Deja crecer: sería la palabra que nos ayudaría tanto, a nosotros. José lo deja crecer, lo protege, ayuda, pero en silencio.
Una actitud sabía que la podemos reconocer en nuestros padres: la capacidad de esperar, sin gritar inmediatamente, aun ante un error. Es fundamental saber esperar, antes de decir la palabra capaz de hacer crecer. Esperar en silencio, como hace Dios con sus hijos, con quienes tiene tanta paciencia.
Celebremos el día del Padre
El Papa Francisco nos dice que San José tiene un corazón abierto, pero también es el “hombre de los sueños”. El pide que los padres no pierdan la capacidad de soñar, la capacidad de abrirse al mañana con confianza, sin olvidar que las dificultades pueden surgir.
No perder la capacidad de soñar el futuro: soñar sobre la familia, sobre la esposa, sobre los hijos, sobre los abuelos. Mirar como yo quisiera que fuera la vida. Soñar como sueñan los jóvenes, que son “descarados” en el soñar, y allí encuentran un camino. No perder la capacidad de soñar, porque soñar es abrir las puertas al futuro. Ser fecundos en el futuro, como San José.