Reflexión miércoles 7 de mayo
Lectura del santo evangelio según san Juan (6,35-40):
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed; pero, como os he dicho, me habéis visto y no creéis. Todo lo que me da el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré afuera, porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. Ésta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que me dio, sino que lo resucite en el último día. Esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.»
Palabra del Señor.
Reflexión
El Señor Jesús nos ofrece hoy una extraordinaria reflexión, que tenemos que hacernos cada uno de nosotros. Ver no es lo mismo que creer. De la visión no se deduce inmediatamente la fe. Es lo que sucedió con Juan y Pedro en su visita al sepulcro. Para creer hace falta una actitud previa que es la docilidad al Espíritu, dejar que sea el Padre el que nos lleve a Jesús. Una vez en las manos del Señor, ya podemos iniciar el camino de seguimiento, que es el camino de la fe. Hemos de desear ver a Jesús y eso significa reconocerlo donde ha querido quedarse presente: en su palabra, en la comunidad creyente, en la Eucaristía, en el ministerio ordenado y, sobre todo, en los últimos, a los que Jesús llama hermanos más pequeños. Hemos de ver a Jesús para creer en Él. Hemos de pedir al Padre el don de la fe, que nos haga creer en Jesús y participar de la vida eterna.





