Reflexión del 29 de marzo, Lunes Santo
EVANGELIO
María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume.
Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dice:
– «¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para dárselos a los pobres?»
Esto lo dijo, no porque le importasen los pobres, sino porque era un ladrón; y como tenía la bolsa llevaba lo que iban echando. Jesús dijo:
– «Déjala; lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis.»
Una muchedumbre de judíos se enteró de que estaba allí y fueron, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado de entre los muertos.
Los sumos sacerdotes decidieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos, por su causa, se les iban y creían en Jesús.
REFLEXION
El Domingo de Ramos es el pórtico de la Semana Santa, termina la Cuaresma y entramos en la semana de Pasión. El Triduo Pascual centra, junto con la Encarnación, los misterios de nuestra fe.
Los evangelios que leemos de San Juan en estos días siempre recuerdan la amenaza de muerte del Señor, como una muletilla se repite que las autoridades habían tomado la decisión de matar a Jesús, impresiona el odio que suscitó la persona de Jesús en el grupo de fariseos, ancianos y escribas.
El evangelio de hoy contiene también esta amenaza, como ampliación recae sobre la persona de Lázaro a quién el Señor había resucitado y era motivo de fe en Jesús. Pero hay dos detalles que no podemos pasar por alto. Frente al reproche de Judas, y quizá de algún discípulo más. la profecía de Jesús “a los pobres los tenéis siempre con vosotros” y se cumple en nuestros días literalmente. El otro detalle es la unción de María a los pies o a la cabeza de Jesús como señal de respeto y reconocimiento. Pero al leerlo en la víspera de la Pasión siempre viene a la memoria la unción del cuerpo del Señor en la sepultura, como un anticipo de lo que iba a suceder. Como lo cuenta San Juan es un gesto de amor silencioso y profundo respeto por parte de María y un gesto de humanidad de parte del Señor. La vida de la persona es lo más importante, como previendo el tormento que iba a sufrir el amor es lo que lo puede todo, y asís es porque solo el amor hizo posible el sufrimiento de Jesús. Amor a todos nosotros, a toda la humanidad que sufre injustamente por causa del odio y el egoísmo de los demás. Que otra cosa le podemos pedir al Señor, que acreciente en nosotros el amor fraterno del tan necesitado está nuestra sociedad.
-Te pedimos Señor que seamos instrumentos de paz y amor.
-Te pedimos Señor que tu Iglesia sea instrumento de reconciliación entre todos.
-Te pedimos por las vocaciones al sacerdocio.