Reflexión del Domingo, 9 de mayo
Lectura del santo evangelio según san Juan 15,9-17
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud. Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros.»
Palabra del Señor
Reflexión
El Evangelio que la Iglesia nos regala este domingo nos introduce de lleno en una de las conversaciones más íntimas de la historia. Jesús, en la Última Cena que tuvo con sus discípulos, justo antes de ser apresado, torturado y crucificado, una vez que Judas ya se había marchado, revela a los suyos estos secretos que hoy vamos a escuchar.
Son Palabras de Vida que pueden alegrar y consolar nuestro corazón; ya que lo maravilloso de estas Palabras es que Jesús también nos las dice hoy a nosotros.
Ojalá puedas hoy escuchar en tu corazón: “No me has elegido tú a mí, yo te he elegido a ti para que seas mi amigo/a”. Y lo lógico es preguntarle: “¿A mí, Señor? Pero… ¿me conoces? ¿sabes que soy super débil y que continuamente te estoy siendo infiel? ¿sabes que no comprendo lo que me pasa y que no hago el bien que quiero hacer y continuamente estoy haciendo el mal?”
Y ojalá te sientas en tu corazón profundamente conocido e inmensamente amado en tu pobreza, porque esta es la certeza que hoy se nos quiere revelar. El Señor te ha elegido y cuenta contigo para que des fruto y un fruto duradero.
Jesús nos habla también de cómo estamos hechos; nuestro corazón está creado para el amor. Y para que podamos vivir esta vocación al amor, nos pide que permanezcamos en Él. Sólo en Él, podremos vivir la vocación a la entrega a la que estamos llamados y, de este modo, nuestra alegría llegará a su plenitud.