Reflexión domingo 11 de octubre
Lectura del santo evangelio según san Mateo 22, 1-14
En aquel tiempo, volvió a hablar Jesús en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo, diciendo:
«El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo; mandó a sus criados para que llamaran a los convidados, pero no quisieron ir. Volvió a mandar otros criados encargándoles que dijeran a los convidados:
“Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas y todo está a punto. Venid a la boda”.
Pero ellos no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios, los demás agarraron a los criados y los maltrataron y los mataron.
El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad.
Luego dijo a sus criados:
“La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos y a todos los que encontréis, llamadlos a la boda”.
Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo:
“Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin el vestido de boda?”. El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los servidores:
“Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes”.
Porque muchos son los llamados, pero pocos los elegidos».
Palabra del Señor
Reflexión
“Está cerca el Reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio”. Estas palabras de Jesús al principio del Evangelio de san Marcos, nos recuerdan la urgencia de Dios porque sus hijos volvamos a Él y comencemos a vivir en el reino de amor que ha pensado para nosotros. Nuestro corazón está preparado para amar y experimentar el amor; este estado en el que comenzamos a experimentar el amor sobrenatural del Señor y podemos amar con su mismo amor, es el Reino de Dios.
Este reinado de Dios en nuestro corazón podemos empezar a degustarlo ya en este mundo, aunque sabemos que su plenitud será en el Cielo.
La Palabra de este domingo habla de este Reino en parábolas, asemejándolo a un banquete de bodas. Dios Padre, en su deseo de que vivamos la alegría de su amor, nos cuenta hoy entre sus invitados, y desde nuestra libertad podemos acoger o rechazar esta invitación.
“Si hoy escucháis su voz no endurezcáis vuestro corazón”
Hoy se nos da la posibilidad de entrar en la alegría de esta fiesta; el Señor ha mandado a sus criados a llamarnos a todos -sin importar si somos malos o buenos- a disfrutar de la dicha de su compañía. Pero es necesario un traje de fiesta apropiado. Su amor y su elección exige que te dejes transformar de tal manera que la compunción por tus pecados y la misericordia se conviertan en tu traje de boda. Reconoce hoy que no eres digno de entrar en este banquete, que necesitas que su misericordia te renueve interiormente y purifique tu modo de vivir. Esta compunción y esta súplica de perdón es la que llevó al “buen” ladrón a la alegría y la paz del banquete de bodas del Cordero. Preparémonos hoy para entrar en la Eucaristía del domingo (primicia de este banquete celestial) con un corazón limpio.