Reflexión domingo 19 de abril

Del evangelio de San Juan:

A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a vosotros».

Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente».

Contestó Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!».

Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Bienaventurados los que crean sin haber visto».

Reflexion:

La incredulidad de Tomás, es muchas veces también la nuestra. El apóstol de la duda nos hace perder de vista al auténtico protagonista de este evangelio y de todos los evangelios de estos domingos: el Resucitado. Centrarnos en Tomás nos lleva a reflexionar una vez más sobre nuestras actitudes, sobre el peso de nuestra fe en nuestra vida. Sin embargo, la Pascua no es tiempo de centrarnos en nosotros mismos sino de levantar los ojos y ver al resucitado, de dejar que su presencia y sus palabras nos lleguen al corazón.

Lo primero que hoy Jesús nos ofrece es que no tengamos miedo a llamarnos cristianos, no tengamos miedo a Dios sino que abramos las puertas de nuestro corazón a el para que igual que Jesús nos resucite de nuestros egoísmos y nos de la alegría de la resurrección. Cuando Jesús se aparece resucitado a los apóstoles les ofrece la paz, principalmente para nosotros mismos y cuando estemos nosotros llenos de su paz podamos ser trasmisores de paz y de amor en medio de este mudo. Alguno se preguntara ¿como? Yo diría que cuidando las pequeñas cosas de cada día como por ejemplo: la puntualidad para conectarse a las clases por la mañana, levantarse con puntualidad, no ir todo el día con el pijama, no protestar en casa, hablar con educación y con amor, ser positivos y animar a nuestros mayores, colaborar en las tareas del hogar, son ejemplos pequeños pero grandes en estos momentos en los que nos encontramos, son momentos en pedirle al Señor paz en medio de esta incertidumbre de la pandemia.

Es importante poner nuestra mirada en Jesús y pedirle paz, serenidad, salud, pedirle también por todas esas casas que tenemos en el corazón. Y sentir que Jesús nos devuelve su mirada y nos envía a ser sus testigos en medio de nuestra familia. Ser luz del mundo y sal de la tierra es la misión todo cristiano. Ser cristiano es volverse a los hermanos, cercanos y lejanos, y regalarles la mirada con que nos mira Jesús, una mirada de misericordia y de compasión.

La fe, la experiencia de haberse encontrado con el Resucitado, no es nunca algo que nos deje exactamente igual que antes. La fe nos transforma, nos cambia, nos anima, nos obliga a salir de nosotros mismos, nos obliga a comunicar a otros lo que vivimos para darnos s los demás. La fe nos hace entrar en un dinamismo de relación que nos lleva a reconocer a los otros como hermanos y hermanas con los que compartir la experiencia de la fe, la experiencia de que el Reino ha empezado ya en Jesús y de que en él se abre una nueva esperanza para la humanidad. La fe es paz. Que Dios en este tiempo de pandemia nos conceda la paz a nuestros corazones. Feliz Pascua a todos.

 

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