28 abr

Reflexión domingo 28 de abril

Lectura del santo evangelio según san Juan (15,1-8):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos.»

Palabra del Señor

Reflexión

En el Evangelio de hoy vemos cómo Jesús nos invita a dar fruto de nuestros actos, pero para dar un buen fruto, para saber transmitir el Evangelio, tenemos que llenarnos de Jesús, para poder dar de lo que tenemos.

Fruto de la Pascua, es la alegría de la resurrección, la alegría de saber de que Jesús está siempre con nosotros, de que no nos ha dejado solos, sino que está siempre nuestro corazón y que nos invita a ser sus discípulos y sus amigos en medio del mundo.

Por eso tendremos que dar fe de él con nuestros actos, con nuestra palabra oportuna, con nuestro gestos que acerca a Dios y sobre todo hacer sentir a la gente que nos rodea el amor te Dios en medio de nosotros.

Qué le pidamos de una manera especial a la Virgen María, ella que siempre estuvo al lado de su hijo Jesús, que jamás nos apartemos de él y que siempre con alegría y con esperanza anunciemos el evangelio por medio de nuestro ejemplo.

pastoral

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