19 nov

Reflexión jueves 19 de noviembre

Lectura del santo evangelio según san Lucas (19,41-44):

En aquel tiempo, aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, lloró sobre ella, mientras decía:
«Si reconocieras tú también en este día lo que conduce a la paz! Pero ahora está escondido a tus ojos.
Pues vendrán días sobre ti en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, apretarán el cerco de todos lados, te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra. Porque no reconociste el tiempo de tu visita».

Palabra del Señor

Reflexión
 «En aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, le dijo llorando: ¡Si al menos tú comprendieras en este día lo que conduce a la paz!». Efectivamente, la fe en Cristo está indisolublemente unida a la paz; esta es, puede decirse, su fruto.En la liturgia de la celebración eucarística son constantes las referencias a la paz: Al comienzo de la misa algunas de las fórmulas nos hablan de la paz de Dios, en el gloria decimos: «paz en la tierra a los hombres que ama el Señor». Pero es, sobre todo, en el rito de la comunión donde está palabra aparece con más frecuencia: «Concédenos la paz en nuestros días», decimos al acabar el padrenuestro; «Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: La paz os dejo, mi paz os doy, no tengas en cuenta nuestros pecados»; Nos deseamos la paz; e inmediatamente decimos: «Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, danos la paz». Y la celebración acaba: «Podéis ir en paz».

Pero ¿qué es esta paz de la que estamos hablando? Es el misterio mismo de Cristo que se nos ha dado hecho vida en nosotros (la gracia). Podemos probar a sustituir la palabra paz por esta idea en los momentos en los que se habla de paz en la eucaristía. De este modo, el «podéis ir en paz» final implica llevar al mundo a través de nuestra vida ese misterio que hemos recibido en la celebración eucarística y que es fuente de serenidad y de alegría para todos. Como dice la conocida Epistola a Diogneto: «Lo que es el alma en el cuerpo, eso son los cristianos en el mundo»[1].

 

 

[1] Epístola a Diogneto, VI. 1.

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