Reflexión lunes 18 de septiembre
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (7,1-10):
En aquel tiempo, cuando terminó Jesús de hablar a la gente, entró en Cafarnaum. Un centurión tenía enfermo, a punto de morir, a un criado, a quien estimaba mucho. Al oír hablar de Jesús, le envió unos ancianos de los judíos, para rogarle que fuera a curar a su criado.
Ellos presentándose a Jesús, le rogaban encarecidamente: «Merece que se lo concedas porque tiene afecto a nuestro pueblo y nos ha construido la sinagoga.»
Jesús se fue con ellos. No estaba lejos de la casa, cuando el centurión le envió a unos amigos a decirle: «Señor, no te molestes; no soy yo quién para que entres bajo mi techo; por eso tampoco me creí digno de venir personalmente. Dilo de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes, y le digo a uno: «ve», y va; al otro: «ven», y viene; y a mi criado: «haz esto», y lo hace.»
Al oír esto, Jesús se admiró de él, y, volviéndose a la gente que lo seguía, dijo: «Os digo que ni en Israel he encontrado tanta fe.»
Y al volver a casa, los enviados encontraron al siervo sano.
Palabra del Señor
REFLEXIÓN
La jornada de acogida en la facultad siempre es grata, ver las aulas llena de alumnos dispuestos a empezar los estudios en este caso de derecho y criminología. Hago un voto para que estos jóvenes se formen y ejerzan una crítica constructiva para mejorar nuestra sociedad y abran su mente y corazón a la visión de la vida que ofrece el Evangelio.
Sorprende, en este texto, el silencio de Jesús, solo al final dice estas palabras: “os digo que ni en Israel he encontrado una fe tan grande”. El evangelio de San Lucas tiene una función fundamental, despertar la confianza en Jesús, el evangelio de hoy es un ejemplo admirable. El Señor no está ausente ante todo lo que le cuentan, pero en Él hay una realidad que es permanente, siempre está dispuesto a escuchar y a hacer el bien, lo que no es una novedad. Sí lo es la actitud del centurión y de los ancianos, están seguros de que Jesús no les va a defraudar. La preparación de San Lucas es la de un maestro de la fe, cuidadosamente va acercando al que se consideraban un pagano al Señor. Lo que se decía de Jesús era maravilloso, su ternura, afecto por las personas y sus necesidades que llegaría a oídos del centurión. El evangelista prepara un escenario en el que la fe y la confianza en el Señor tienen una respuesta positiva, no solo para los protagonistas de esta narración, sino también para que nosotros confiemos en el Señor. La escena es conmovedora, transmite paz y esperanza. Las palabras del centurión han quedado como recuerdo permanente antes de recibir el pan de la Eucaristía, la humildad y la adoración ante el Señor como actitudes que nos han de acompañar en su presencia.
Nuestra sociedad está llena de muchos valores, ciencia, técnica, bienestar pero nos pueden deslumbrar y hacer que nos olvidemos de nuestra relación con el Señor, que para nada está en contra del crecimiento humano, más bien nos invita a hacer partícipes de estos bienes a todas las personas. El bien supremo orienta los bienes humanos, que son menores, para un final donde la última palabra la tiene Dios.
-Señor auméntanos la fe, que no perdamos la relación contigo.
-Señor ayúdanos a construir una sociedad en justicia y paz.
-Señor te pedimos por la salud de todos los enfermos.