Reflexión lunes 26 de junio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (7,1-5):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No juzguéis y no os juzgarán; porque os van a juzgar como juzguéis vosotros, y la medida que uséis, la usarán con vosotros. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Déjame que te saque la mota del ojo”, teniendo una viga en el tuyo? Hipócrita; sácate primero la viga del ojo; entonces verás claro y podrás sacar la mota del ojo de tu hermano.»
Palabra del Señor
REFLEXIÓN
El final de un curso sugiere hacer una evaluación, en primer lugar del trabajo realizado o no realizado, es decir, si hemos sido diligentes o perezosos. Al profesor le compete enseñar, formar y el juicio justo y recto del trabajo del alumno. Pero en nuestra universidad no podemos olvidar el humanismo cristiano, de manera que podemos preguntarnos si hemos sido diligentes en la atención a los demás, si hemos cuidado de que nuestra relación haya sido sincera y fiable. Mirando al evangelio nos hace caer en la cuenta de que no podemos descalificar a nadie, el juicio sobre las personas únicamente le compete a Dios. Nosotros debemos orientar, sugerir, estimular y corregir fraternalmente. La vida es un regalo y cuando la acogemos como un don con toda seguridad que no nos faltara lo justo y necesario para vivir, como dice San Mateo unos versos antes: “Fijaos en las aves del cielo…Fijaos como crecen los lirios del campo…” Cuando la vida se instrumentaliza entonces vienen los juicios, descalificaciones y las injusticias.
La primera lectura, Génesis 12, 1-9, narra la vocación de Abraham, la confianza en Dios es el centro de esta primera lectura, en este texto Dios nos dice cuál es el itinerario del creyente. Dios llama y propone una misión, el que recibe la llamada se fía y acepta, como garantía está la persona del que llama, en este caso Dios. La libertad del que cree no queda anulada, el riesgo de creer siempre acompaña ya que no se tiene evidencia empírica de la propuesta, hay que ir madurando la llamada en un diálogo constante con el Señor. El riesgo que experimenta el creyente no solo pasa por la influencia de los acontecimientos y del pensar de una sociedad determinada, como la nuestra, sino también por nuestra propia vida interior, el peligro de apartarse está como acechando a la puerta de nuestra propia casa, pero también el deseo de que se cumpla la promesa alimenta la esperanza en el corazón de la persona.
Cuando vivimos esta experiencia vemos lo determinante que ha sido, es y será el encuentro con Jesucristo. La cruz no solo es una condena, sino lo más importante, es una redención por amor en la historia de la Salvación.
-Pedimos por la paz en todo el mundo
-Pedimos por la salud de todos los enfermos.
-Pedimos por las vocaciones al sacerdocio.