Reflexión lunes 8 de junio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (5, 1-12):
Viendo la muchedumbre, Jesús subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: “Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros”.
Palabra del Señor
REFLEXIÓN
Queridos amigos y amigas:
Sobre el Evangelio del día de hoy: Jesús nos indica el programa de vida, la identidad de los cristianos, yendo contracorriente con respecto a lo que se suele hacer en el mundo. Felices, Bienaventurados los pobres.
Pero el mundo nos dice: la alegría, la felicidad, la diversión, eso es lo bonito de la vida. E ignora, mira hacia otro lado cuando hay problemas de enfermedad, problemas de dolor en la familia.
El mundo no quiere llorar, prefiere ignorar las situaciones dolorosas, taparlas. Sólo la persona que ve las cosas como son y llora en su corazón es feliz y será consolada. El consuelo de Jesús, no el del mundo.
Bienaventurados los mansos en este mundo que desde el comienzo es un mundo de guerras, un mundo donde se pelea por todas partes, donde hay odio. Y Jesús dice: nada de guerras, nada de odio, paz, mansedumbre. Si soy manso en la vida, pensarán que soy un necio, que piensen lo que quieran, los mansos heredarán la Tierra.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados, tantas injusticias, que son producto de la corrupción, de la política del negocio por encima de todo. Y Jesús nos recuerda que son Bienaventurados los que luchan contra estas injusticias.
Bienaventurados los misericordiosos, los que comprenden los errores de los demás, Jesús no nos dice Bienaventurados los que se vengan.
Bienaventurados los que perdonan, misericordiosos. ¡Porque todos somos un ejército de perdonados! Y por ello es Bienaventurado el que va por ese camino del perdón.
Bienaventurados los que tienen el corazón puro, sencillo, puro sin malezas, un corazón que sabe amar con esa pureza tan bella.
Bienaventurados los que trabajan por la paz. Pero es tan común entre nosotros ser trabajadores por guerras o al menos trabajadores de malentendidos. Cuando oigo algo de éste y voy y se lo digo, con una versión ampliada… El mundo de los chismes. Esta gente que chismea no trabaja por la paz, es enemiga de la paz. No son bienaventurados.
Pocas palabras, palabras sencillas pero prácticas para todos, porque el cristianismo es una religión práctica: no para pensarla sino para practicarla. Por eso las bienaventuranzas son todo un programa de vida para reformar esta tierra.
Todo un programa de santidad. Que el Señor nos de la gracia de comprender este mensaje suyo. Como cristianos nos toca testimoniar este mensaje, viviéndolo en la sencillez y cotidianidad de nuestra vida profesional y familiar, dejando a Dios la posibilidad de iluminar al mundo con la luz que emane de nuestras vidas.
Señor, gracias por indicarme tan claramente el camino para poder alcanzar la dicha, la alegría que me hará saltar de contento por toda la eternidad. Guía mi oración para que este día esté orientando hacia mi meta final.
Dios mío, que las bienaventuranzas sean mi criterio de vida, mi forma de pensar y de comportarme.
¡Feliz día!, disfrutad y dejaos moldear por Dios.