Reflexión martes 20 de julio
Del evangelio según san Mateo 12,46-50
En aquel tiempo, estaba Jesús hablando a la gente, cuando su madre y sus hermanos se presentaron fuera, tratando de hablar con él.
Uno se lo avisó:
— «Oye, tu madre y tus hermanos están fuera y quieren hablar contigo».
Pero él contestó al que le avisaba:
— «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?».
Y señalando con la mano a los discípulos, dijo:
— «Estos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de mi Padre del cielo, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre».
Palabra del Señor
Reflexión
En este pasaje evangélico, en el que parece que Jesús hace una desconsideración a su madre al relativizar la consanguinidad (a pesar de la importancia que tiene en la Historia de salvación el hecho de que Dios se ha encarnado en el seno de una familia), se pone cómo prioridad a esa otra familia que está formada por aquellos que realizan la voluntad de Dios. Estos son sus verdaderos e íntimos familiares. Desde aquí comprendemos meridianamente la advertencia que el mismo Jesús hace en otros Evangelios sobre que, por ejemplo, el padre se pondrá en contra del hijo y el hijo en contra del padre por ser cristianos. Ciertamente, hay algo que está siempre más allá de todas las cosas de este mundo y es la Vida eterna; todo lo de aquí debe quedar sanamente relativizado en vistas a la Eternidad.
Con respecto a la desconsideración de Jesús hacia María, en realidad, no es una desconsideración. Ella, que es la madre de Dios (Theotókos), pertenece significativamente a la familia de Jesús que cumple la voluntad de Dios. “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra”. Por esta razón, ella es el primer discípulo de Jesús y el modelo por excelencia de todo cristiano.
Oración
Señor,
aumenta nuestra fe,
para que la alabanza que sale de nuestros labios
vaya siempre acompañada de frutos de vida eterna.
Amén.