14 may

Reflexión miércoles 14 de mayo

Lectura del santo evangelio según san Juan (15,9-17):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud. Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros.»

Palabra del Señor

Reflexión

Celebramos hoy la fiesta de San Matías, apóstol, que siguió al Señor Jesús desde el bautismo de Juan y, después de la Ascensión fue puesto por los Apóstoles en el lugar que había ocupado Judas, el traidor.
Estamos llamados a vivir la fe en la Iglesia. No hemos sido creados para la soledad, sino para la relación, la comunión, y la donación. Creer es un acto eclesial. La fe de la Iglesia precede, engendra, conduce y alimenta nuestra fe. Nadie puede tener a Dios por Padre si no tiene a la Iglesia por madre (S. Cipriano, cf. Catecismo 181).
La Iglesia es apostólica porque edificada sobre el fundamento de los Apóstoles, custodia fielmente su enseñanza a través de la cadena ininterrumpida de la sucesión episcopal (cf. Catecismo 857s).
Desde el principio de su vida pública Jesús elige a doce apóstoles para que estén con él y los envía en misión a hablar en su nombre, revestidos de su autoridad: El que os recibe a vosotros, a mí me recibe, y el que me recibe a mí, recibe al que me envió (cf. Mt 10,40).
Constituyen los fundamentos del nuevo Israel, que es lo que simboliza el número doce del colegio apostólico.
Los doce son para siempre el fundamento de la Iglesia: EI muro de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre ellos los nombres de los doce apóstoles del Cordero (cf. Ap 21,14).
Por eso, la elección de un apóstol en sustitución de Judas es necesaria para que se descubra en la Iglesia naciente la figura del nuevo Israel.
Esta fiesta es una invitación a que vivas en la comunión eclesial; a dar gracias a Dios por el don de la fe, de la Iglesia, de cada uno de los hermanos que te ha regalado. ¡Reza por ellos!

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