15 abr

Reflexión miércoles 16 de abril. MIÉRCOLES SANTO

Lectura del santo evangelio según san Mateo (26,14-25):

En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, a los sumos sacerdotes y les propuso: «¿Qué estáis dispuestos a darme, si os lo entrego?»
Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo.
El primer día de los Ázimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: «¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?»
Él contestó: «ld a la ciudad, a casa de Fulano, y decidle: «El Maestro dice: Mi momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos.»»
Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua. Al atardecer se puso a la mesa con los Doce.
Mientras comían dijo: «Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar.»
Ellos, consternados, se pusieron a preguntarle uno tras otro: «¿Soy yo acaso, Señor?»
Él respondió: «El que ha mojado en la misma fuente que yo, ése me va a entregar. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él; pero, ¡ay del que va a entregar al Hijo del hombre!; más le valdría no haber nacido.»
Entonces preguntó Judas, el que lo iba a entregar: «¿Soy yo acaso, Maestro?»
Él respondió: «Tú lo has dicho.»

Palabra del Señor

Reflexión

  En el Evangelio contemplamos la traición de Judas y los preparativos de la cena pascual, que era el acontecimiento principal de la pascua judía; era una celebración familiar en la que se recordaba la liberación de Egipto.
Ahora Jesús se reunirá con su nueva familia: sus discípulos. Les anuncia la traición de Judas.
Es significativo que todos los discípulos cuando se dirigen a Jesús, le llaman Señor, excepto Judas, que le llama maestro, el título que usaban los adversarios de Jesús. Judas habla como los enemigos de Jesús, porque no ha comprendido que Jesús es el Señor.
Judas ha estado mucho con Jesús, pero no le ha dejado ser el Señor de su vida. Este es el misterio y el drama de la libertad del hombre.
Jesús les explica el sentido de su muerte, dejándoles la Eucaristía como memorial de la nueva Pascua que inaugura con su entrega: Jesús es el verdadero Cordero pascual, que entrega su vida libremente por amor y en obediencia a la voluntad del Padre.

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