Reflexión miércoles 17 de abril
Lectura del santo evangelio según san Juan (6,35-40):
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed; pero, como os he dicho, me habéis visto y no creéis. Todo lo que me da el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré afuera, porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. Ésta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que me dio, sino que lo resucite en el último día. Esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.»
Palabra del Señor.
Reflexión
Jesús se nos ofrece no solo como el pan que nos garantiza la vida corporal, sino como el pan que nos da la vida eterna. No recuerda que ha venido a realizar la voluntad de su Padre Dios y esa voluntad es que no se pierda ninguno, sino que todos puedan participar de la vida de Dios, de la vida para siempre. La condición es ver al Hijo y creer en Él. Evidentemente no se trata de ver al Hijo en el tiempo que pasó entre nosotros por su encarnación, sino ver al Hijo donde Él ha querido estar presente, fundamentalmente en la Eucaristía, que es el verdadero pan del cielo. Hemos de reconocerle y creer en Él. Por eso la Eucaristía es fundamental para nosotros los cristianos, nos da la vida y nos fortalece en la fe.