Reflexión miércoles 26 de julio
Del evangelio según san Mateo 13,1-9
Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó junto al lago. Y acudió a él tanta gente que tuvo que subirse a una barca; se sentó, y la gente se quedó de pie en la orilla.
Les habló mucho rato en parábolas:
-«Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, un poco cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se lo comieron.
Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra, y, como la tierra no era profunda, brotó en seguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y por falta de raíz se secó.
Otro poco cayó entre zarzas, que crecieron y lo ahogaron.
El resto cayó en tierra buena y dio grano: unos, ciento; otros, sesenta; otros, treinta.
El que tenga oídos que oiga.»
Palabra del Señor
REFLEXIÓN
La Palabra que el Señor nos regala hoy nos muestra al pueblo de Israel caminando por el desierto, que protesta contra Moisés y Aarón por la dureza del camino, volviendo la mirada atrás y añorando la vida en Egipto… ¡vida en la esclavitud!
Esta es también nuestra historia. Cuando estamos en medio de las dificultades, de los problemas… de la cruz, fácilmente nos asustamos, nos agobiamos y empezamos a quejarnos, a protestar y a murmurar contra Dios. En el fondo, el maligno nos hace dudar del amor de Dios.
No te asustes, ni te escandalices por esto: es un signo de tu debilidad. Es el momento de mirar al Señor, de invocarle, de gritarle, de decirle: Señor, yo quiero verte. Pide el don del Espíritu Santo.
No te preocupes demasiado si ves que en tu vida, a veces, entras en crisis. Lo malo no es entrar en crisis; lo malo es quedarse atrapado permanentemente en ella. Crisis significa “crecimiento”, “oportunidad” y ha de ser un momento para acercarte más al Señor, para buscarle, para llamarle, para acabar creciendo en la fe y en la confianza en Dios.
Y lo malo es pretender resolver las crisis en solitario. Contando solo con tus fuerzas. Sin contar con la gracia de Dios, con el don del Espíritu Santo y con la ayuda adecuada de hermanos que te acompañen.
Porque Dios no deja de amarte nunca y la gloria del Señor también aparece en tu vida. No estás sólo. El Señor camina contigo. Está todos los días contigo y te da en cada momento lo que tú necesitas, el maná, el pan de cada día. Pero lo que tú necesitas muchas veces no coincide con lo que pides, porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene.
También tú, si te fías del Señor, si descansas en Él; si vuelves al desierto, es decir, si entras en la historia que el Señor te pone delante, verás la gloria de Dios. Verás al Señor actuar con poder en tu vida.
¡Ven Espíritu Santo! (cf. Lc 11, 13).