Reflexión miércoles 27 septiembre
En aquel tiempo, Jesús reunió a los Doce y les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades.
Luego los envió a proclamar el reino de Dios y a curar a los enfermos, diciéndoles: «No llevéis nada para el camino: ni bastón ni alforja, ni pan ni dinero; tampoco llevéis túnica de repuesto. Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si alguien no os recibe, al salir de aquel pueblo sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa.»
Ellos se pusieron en camino y fueron de aldea en aldea, anunciando el Evangelio y curando en todas partes.
Palabra del Señor
Jesús envía. En el anuncio del Evangelio -otra cosa es el testimonio personal- no hay “espontáneos” ni “trabajadores por cuenta propia”. Hemos de ser llamados y enviados por la Iglesia.
Es importante no olvidar esto: tres características del evangelizador: ser llamado, ser enviado y perder la vida por el Señor.
No llevéis nada para el camino. La misión no se realiza con las propias fuerzas y recursos, sino con el poder de Jesús, con la fuerza de su Espíritu. Él es quien la lleva adelante, contando con nuestra debilidad y con nuestras pobrezas.
Les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios.
Aquí, como en tantos temas, o no llegamos o nos pasamos tres pueblos…
Algunos niegan la existencia del demonio o dicen que es una representación simbólica del mal, otros lo ven en todas partes y le atribuyen un “poder” que no tiene.
El demonio es una criatura, un ángel caído, vencido y derrotado para siempre. No hemos de olvidar que Satanás no tiene “poder” sobre los elegidos de Dios. El demonio nos puede “marear” pero el Poder lo tiene Jesucristo: ¡Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria! decimos poco después de decir “no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal”. Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? (…) ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? ¿Quién nos separará del amor de Cristo? (cf. _Rom 8).
En medio del combate, ¡conviértete e invoca el nombre del Señor Jesús! En el nombre de Jesús también tú puedes encontrar la victoria para tu vida. Él es el Señor, el único Señor. Nada es demasiado difícil para Él. Confía en Él.
El demonio sabe más por viejo que por diablo y sabe disfrazarse de ángel de luz. Por eso en este combate es importante la oración y el ayuno, viviendo la fe en la comunidad eclesial, escuchando y acogiendo la Palabra de Dios y celebrando los sacramentos. Con la ayuda de un acompañamiento espiritual y la intercesión de los hermanos.
Por eso, la clave está en el versículo del Aleluya: convertíos y creed en el Evangelio.
¿No ardía nuestro corazón al escuchar su Palabra? (Cf. Lc 24, 32).
¡Ven Espíritu Santo! 🔥 (cf. Lc 11, 13).