Reflexión miércoles 3 de diciembre
Lectura del santo evangelio según san Mateo (15,29-37):
En aquel tiempo, Jesús, se dirigió al mar de Galilea, subió al monte y se sentó en él.
Acudió a él mucha gente llevando tullidos, ciegos, lisiados, sordomudos y muchos otros; los ponían a sus pies, y él los curaba.
La gente se admiraba al ver hablar a los mudos, sanos a los lisiados, andar a los tullidos y con vista a los ciegos, y daban gloria al Dios de Israel.
Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:
«Siento compasión de la gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer. Y no quiero despedirlos en ayunas, no sea que desfallezcan en el camino».
Los discípulos le dijeron:
«¿De dónde vamos a sacar en un despoblado panes suficientes para saciar a tanta gente?».
Jesús les dijo:
«¿Cuántos panes tenéis?».
Ellos contestaron:
«Siete y algunos peces».
Él mandó a la gente que se sentara en el suelo. Tomó los siete panes y los peces, pronunció la acción de gracias, los partió y los fue dando a los discípulos, y los discípulos a la gente.
Comieron todos hasta saciarse y recogieron las sobras: siete canastos llenos.
Palabra del Señor
Reflexión
Jesús ha mostrado su capacidad de curación y la compasión que siente por todos los necesitados. Esto hace que sean muchos los que se acerquen a Él, llevando enfermos de toda condición. El Señor los iba curando y provocaba la admiración de todos, al ver a los enfermos recuperando la movilidad, el habla, la vista. Además su sensibilidad le hacía sufrir por la falta de alimento. Son muchos y están en lugar despoblado. Pero Jesús tiene también respuesta a esta necesidad. Pide a los discípulos los panes que tienen. Solo son siete y algunos peces. Da gracias, los parte y los reparte. Gestos que nos evocan la Eucaristía y que los discípulos sabrán leer y reconocer. El resultado es una sobreabundancia sorprendente. Así es el Señor, derrama su gracia y su amor sin medida sobre todos nosotros.





