6 de mayo

Reflexión miércoles 6 de mayo

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.

En aquellos días, la palabra de Dios iba creciendo y se multiplicaba.

Cuando cumplieron su servicio, Bernabé y Saulo se volvieron de Jerusalén, llevándose con ellos a Juan, por sobrenombre Marcos.

En la Iglesia que estaba en Antioquía había profetas y maestros: Bernabé, Simeón, llamado Níger; Lucio, el de Cirene; Manahén, hermano de leche del tetrarca Herodes, y Saulo.

Un día que estaban celebrando el culto al Señor y ayunaban, dijo el Espíritu Santo: «Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado».

Entonces, después de ayunar y orar, les impusieron las manos y los enviaron. Con esta misión del Espíritu Santo, bajaron a Seleucia y de allí zarparon para Chipre.

Llegados a Salamina, anunciaron la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial
 Sal 66, 2-3. 5. 6 y 8

Oh, Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

Que Dios tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.

Oh, Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

 Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia
y gobiernas las naciones de la tierra.

Oh, Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.

 Oh, Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga; que le teman
todos los confines de la tierra. w.

Aleluya

Aleluya, aleluya, aleluya.

Yo soy la luz del mundo -dice el Señor-;
el que me sigue tendrá la luz de la vida.

 

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Juan 12, 44-50

En aquel tiempo, Jesús gritó diciendo:

«El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que en el que me ha enviado. Y el que me ve a mí, ve al que me ha enviado.

Yo he venido al mundo como luz, y así, el que cree en mí no quedará en tinieblas.

Al que oiga mis palabras y no las cumpla, yo no lo juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. El que me rechaza y no acepta mis palabras tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he pronunciado, esa lo juzgará en el último día. Porque yo no he hablado por cuenta mía; el Padre que me envió es quien me ha ordenado  lo que he de decir y cómo he de hablar. Y sé que su mandato es vida eterna. Por tanto, lo que yo hablo, lo hablo como me ha encargado el Padre».

Palabra del Señor.

Reflexión

La Palabra que el Señor nos regala hoy nos invita a descubrir a Jesucristo vivo y resucitado que nos dice: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue tendrá la luz de la vida.

Quien cree ve; ve con una luz que ilumina todo el trayecto del camino, porque llega a nosotros desde Cristo resucitado, estrella de la mañana que no conoce ocaso (cf. Francisco, Lumen Fidei 1)

Pero como consecuencia de la herida del pecado original, vivimos tantas veces en la oscuridad. Incapaces de ver el amor de Dios en medio de nuestra historia; incapaces de encontrar sentido a nuestra vida, sobre todo cuando en ella aparece el sufrimiento…

Por eso, tantas veces vivimos cansados y agobiados, llenos de miedos e incertidumbres…, y tantas veces lo que brota de nuestro corazón es la queja, la murmuración, la protesta… signo de no ver el amor de Dios en la vida de cada día.

Y también se nota esta oscuridad en la falta de discernimiento. Por eso, a veces vivimos confundidos, desorientados, perdidos, sin saber cómo hay que vivir, dejándonos llevar por el vaivén de las modas del príncipe de este mundo que trata de engañarnos haciéndonos buscar la vida en los ídolos o por los deseos del hombre viejo, que desea contra el Espíritu (cf. Rom 8, 7).

Cuando nos encontramos con Jesús y acogemos el don del Espíritu Santo y dejamos que Él ilumine nuestro corazón, las tinieblas se desvanecen y comenzamos a ver con claridad, aunque la amenaza de la oscuridad está siempre presente, y, por tanto, la vida cristiana es una permanente lucha entre la luz y las tinieblas.

       Incluso la muerte queda iluminada y puede ser vivida como la última llamada de la fe, el último «Sal de tu tierra», el último «Ven», pronunciado por el Padre, en cuyas manos nos ponemos con la confianza de que nos sostendrá incluso en el paso definitivo (cf. Francisco, Lumen Fidei 56)

En este tiempo de dificultad, el Señor te invita a orar con su Palabra*: _Que Dios tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros_.

*Déjate iluminar por Jesucristo Resucitado! ¡Deja que el Espíritu Santo renueve tu vida!*

CANTO

Yo soy el camino (Cover) / Romina Di Benedetti – Jonatan Narváez

https://www.youtube.com/watch?v=nGAbARV2bo8&feature=youtu.be

 

Acción Familiar

Mayo es el mes de María que, ante todo es madre. Madre de Jesús, pero también Madre en la Sagrada Familia y Madre nuestra. Ella es ejemplo de amor de esposa y de madre. Ella supo cuidar a los primeros discípulos como a sus hijos, siendo modelo de la Iglesia que es cada uno de nuestros hogares: Iglesia Doméstica.

Gesto

  1. Encender una vela.
  2. Comienzo: En el nombre del Padre….. (Señal de la Cruz)
  1. Gesto en Familia:

Tener un momento de silencio y dar gracias por nuestra familia y pedir en silencio por las necesidades que podamos tener. También se pueden compartir en voz alta y así hacer partícipes a los demás de la oración de cada miembro de la familia.

Después rezar juntos la oración a Maria, Reina de las familias. Cada uno puede leer en voz alta un pasaje de le oración y al final rezar juntos las letanías respondiendo juntos el “ruega por nosotros”.

  1. Oración final:

MARÍA, Reina de las familias,

Ponemos en tus manos nuestro hogar y familia bendícelo, gobiérnalo, construye la unidad entre nosotros, dignifícalo trayendo a Cristo a casa, y recuérdanos siempre que lo escuchemos y obedezcamos.

Acompáñanos, María por el camino de la Cruz, siembra en nuestros corazones la esperanza de la meta y como Reina intercede por nosotros, para que juntos podamos vivir contigo en el Reino eterno, prolongando de este modo el don del amor familiar, y la comunicación de la vida, en el Reino del Amor y la Vida, del cual tú ya participas.

María, Reina de las familias te pedimos, como esposos y padres, que cuides nuestra fidelidad, nuestra entrega y generosidad, la conducción de los hijos en la verdad.

Te pedimos como hijos que valoremos siempre a nuestros padres, que permitamos ser modelados en la formación por tu Hijo, como Reina cuida la unidad entre nosotros los hermanos. María, Reina de las familias, ven a reinar a nuestro hogar.

María, Reina de las familias, ruega por nosotros.

Reina del amor y de la vida, ruega por nosotros.

Reina de la fidelidad, ruega por nosotros.

Reina de la comprensión y la generosidad, ruega por nosotros.

Reina del amor esponsal, ruega por nosotros.

Reina del amor maternal y paternal, ruega por nosotros.

Reina de la relación entre padres e hijos, ruega por nosotros.

Reina de la concordia entre hermanos, ruega por nosotros.

Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

pastoral

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