Reflexión sábado 2 de julio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (9,14-17)
En aquel tiempo, se acercaron los discípulos de Juan a Jesús, preguntándole: «¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?»
Jesús les dijo: «¿Es que pueden guardar luto los invitados a la boda, mientras el novio está con ellos? Llegará un día en que se lleven al novio, y entonces ayunarán. Nadie echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto y deja un roto peor. Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos, porque revientan los odres; se derrama el vino, y los odres se estropean; el vino nuevo se echa en odres nuevos, y así las dos cosas se conservan.»
Palabra del Señor
REFLEXIÓN:
Hoy Mateo nos habla de lo nuevo y de lo viejo.
¿Se equivocaron los fariseos y los discípulos del Bautista en su ayuno? En absoluto. El suyo era un ayuno preparatorio, un ayuno destinado a nivelar las montañas y a llenar los valles. Es un ayuno que habla de un anhelo. Es un ayuno que es relativo a una meta más alta; un medio para un fin. Pero ahora que el fin está aquí -que el Maestro ha llegado- no sirve de nada seguir ayunando; Jesús nos trae una nueva realidad y el comportamiento de sus discípulos resulta escandaloso para los otros. Para Jesús, el ayuno que practicaban sus contemporáneos era una tradición que pertenecía al ámbito de “lo viejo” y que no encajaba en la novedad del Reino. Cuando las prácticas piadosas son un parche, siempre hay tensión en el entorno, como entre un paño viejo y uno nuevo. El Reino de Dios no se sostiene con parches, sino que requiere conversión total del corazón. De algún modo se nos recuerda hoy que Jesucristo es el Hombre Nuevo, el que renueva todo lo caduco que se había ido pegando a la humanidad a lo largo de los siglos.
¿Cuál es la imagen de Dios que está detrás de todos nuestros preconceptos y prácticas religiosas?, ¿Vivo la llegada del reino, de lo nuevo, cómo una fiesta?