Reflexión sábado 28 de noviembre
Lectura del santo evangelio según san Lucas (21,34-36):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Tened cuidado de vosotros, no sea que se emboten vuestros corazones con juergas, borracheras y las inquietudes de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra.
Estad, pues, despiertos en todo tiempo, pidiendo que podáis escapar de todo lo que está por suceder y manteneros en pie ante el Hijo del hombre».
Palabra del Señor
Reflexión
Dos cosas nos pide el Señor en este evangelio: “Tened cuidado» y “orad en todo tiempo”. ¿Qué debemos cuidar?
En primer lugar la naturaleza que Él nos ha regalado. Cuidar la tierra, los ríos, los montes, los mares… Cuidar los animales… y sobre todo, cuidar a las personas.
Cuidar significa “mimar”, mirar todo con ojos de admiración. Jesús se queda extasiado ante un atardecer “cuando el cielo se arrebola” (Mt. 16,2). “Y ante la belleza y hermosura de los lirios en primavera” (Mt. 6,28) “Y ante el vuelo de los pajaritos a quienes su Padre les alimenta” (Mt. 6,26).
Pero la auténtica mirada de Jesús es ante las personas: “Llora al ver llorar a María, hermana de Lázaro” (Juan 11,33); mira con mirada de cariño a un joven ( Mc. 10,21); mira con infinita ternura a una mujer pecadora que le ha besado sus pies, se los ha perfumado y los ha secado con sus cabellos” (Lc. 7,44-46). Y queda horrorizado porque unos viejos verdes quieren “apedrear a una mujer sorprendida en adulterio. Yo no te condeno. “Vete en paz y no peques más” (Jn.8,11).
También Jesús nos pide que recemos. Pero que lo hagamos como Él, sin muchas palabras. Que lo hagamos diciendo sólo una palabra Abbá-Papá. Y que nos quedemos estremecidos, sobrecogidos, al sentirnos como niños pequeños, queridos tiernamente por Él.