Reflexión Sábado 5 de junio
Lectura del santo evangelio según san Marcos (12,38-44):
En aquel tiempo, entre lo que enseñaba Jesús a la gente, dijo: «¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas, con pretexto de largos rezos. Éstos recibirán una sentencia más rigurosa.»
Estando Jesús sentado enfrente del arca de las ofrendas, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echó dos reales.
Llamando a sus discípulos, les dijo: «Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir.»
Palabra del Señor
Jesús rechaza los primeros puestos. Si hoy tuviera que elegir entre los de arriba y los de abajo, Jesús siempre se pondría con los de abajo. Si viajara, iría en un autobús, como la gente sencilla. Y si fuera al centro de salud, preguntaría: Por favor, ¿quién es el último? Y se pondría detrás. ¡Nada de privilegios! Jesús se sentó. Siempre que se usa este término en el evangelio, es para decirnos que quiere hablar como maestro. Y aquí la enseñanza que Jesús nos quiere dar no consiste en palabras, sino en un hecho concreto: la limosna de la viuda pobre. Los ojos de la gente están pendientes de aquellos que daban grandes limosnas, incluso aplaudían al que más daba. Nadie se fijó en las dos monedas de aquella mujer que, ante los demás, sentía vergüenza de dar tan poco. ¿Nadie se fijó? Allí en las dos monedas de la viuda estaban fijos los ojos de Jesús. La viuda podría haber dado una moneda y guardarse la otra para comprar el pan del día siguiente. Pero entregó todo lo que tenía. No sólo el presente del hoy sino el futuro del mañana. Por eso las echó en el cepillo de los “holocaustos” Allí se depositaban las limosnas que servían para los sacrificios donde se quemaba todo el animal, sin que quedara nada. La viuda ofrecía su vida como “holocausto a Dios”. No lo que tenía (ya no tenía nada) sino todo lo que era. ¿Qué lección nos dio Jesús con esta imagen? Esta mujer ha ofrecido todo lo que tenía para vivir. Dios no nos pide que demos cositas que nos sobran, sino que nos demos nosotros mismos. Nuestra vida es un don que Dios nos ha dado para entregarlo a los demás.
El Papa Francisco hoy nos dice….
“La fe no necesita aparentar, sino ser. No necesita ser alimentada por cortesías, especialmente si son hipócritas, sino por un corazón capaz de amar de forma genuina. Jesús condena este tipo de seguridad centrada en el cumplimiento de la ley. Jesús condena esta espiritualidad de cosmética, aparentar lo bueno, lo bello, ¡pero la verdad por dentro es otra cosa! Jesús condena a las personas de buenas maneras, pero de malas costumbres […] Jesús nos aconseja esto: no tocar la trompeta. El segundo consejo que nos da: no dar solamente lo que nos sobra. Y nos habla de esa viejecita que ha dado todo lo que tenía para vivir. Y alaba a esa mujer por haber hecho esto. Y lo hace de una forma un poco escondida, quizá porque se avergonzaba de no poder dar más…” (Cf Homilía de S.S. Francisco, 14 de octubre de 2014, en Santa Marta).