Experiencia de prácticas en el barrio La Puya de Arroyo Hondo, en Santo Domingo (República Dominicana)

IMG-20190209-WA0020El pasado mes de enero, tres estudiantes de educación social junto a dos profesores de la titulación, realizamos nuestras prácticas curriculares en el Centro Cultural Calasanz del barrio de La Puya de Arroyo Hondo, en Santo Domingo (República Dominicana).

La mayoría de la gente concibe República Dominicana como un país de pulserita de todo incluido, de playa, de riqueza y fiesta; pero esto es solo una pequeñísima parte del país. La otra gran parte del este está sumida en la pobreza, cosa que no sabemos hasta que alguien nos lo cuenta o lo vemos con nuestros propios ojos; y La Puya es un barrio de la capital en el que se puede ver perfectamente el contraste entre los dos extremos, el de la riqueza y el de la pobreza.

Nuestra labor en el barrio consistió, la primera semana, en apoyar las aulas del centro e identificar posibles necesidades para poder reforzarlas en las siguientes semanas. A medida que iba avanzando nuestra estancia en el barrio, empezamos a intervenir tanto en el ámbito del alumnado como el de las profesionales del centro y las familias; además, también realizamos una sesión de formación para los voluntarios y las voluntarias del movimiento “Calasanz nos une”.

Me resulta muy complicado explicar en pocas palabras mi experiencia en La Puya. Todo lo vivido allí, cualquier instante, por corto que fuese, era vivido con gran intensidad, al igual que la relación con las personas que allí conocimos.

Es increíble cómo, en un lugar tan complicado como es el barrio de La Puya, puedes encontrar el amor más puro del mundo; los niños y las niñas son luz en medio de la oscuridad. Pese a vivir en unas condiciones pésimas: sin agua, sin luz, en medio de basura, al lado de un río contaminado, en casas minúsculas donde pueden llegar a vivir quince o más personas, viendo a diario situaciones violentas, etc., esos niños y esas niñas te regalan su mejor sonrisa y sus mejores abrazos, posiblemente buscando el cariño que les falta en casa.

Estas prácticas han supuesto un antes y un después en mi vida personal y, por ende, en mi práctica como futura educadora social y maestra. He aprendido muchísimo más de lo que yo he podido llegar a enseñar. He recibido muchísimo más de lo que he dado y no me salen nada más que palabras de agradecimiento hacia todas y cada una de las personas que han hecho posible esta gran experiencia; al igual que agradezco a todos los y las profesionales del Centro Cultural Calasanz que dedican su vida a que los niños y niñas de La Puya puedan gozar de un espacio donde aprender y jugar con libertad y cariño. Y finalmente, a los padres escolapios que nos acogieron en su casa y nos hicieron sentir como en la nuestra.

 

Ana Espuny Simó

4º Educación Social y Magisterio de Primaria

Leave a Comment