Experiencia Erasmus en Oporto de 3 alumnos de la Facultad de Enfermería

PAULA GÓMEZ

Mi programa de movilidad, Erasmus, ha sido en Oporto (Portugal), en la Universidad Católica Portuguesa.

No puedo encontrar las palabras exactas para describir mi experiencia, ya que ha sido la mejor experiencia de mi vida. Irse de Erasmus no es como todo el mundo piensa, no es solo fiesta, vivir separado de tus padres sin que nadie te controle, ect. El Erasmus es un viaje a la vida real, donde empiezas una nueva vida, con una cultura distinta, un idioma desconocido, la convivencia, una ciudad por descubrir, nuevas costumbres y tradiciones. Te descubres a ti mismo, tal y como eres y aprendes a valerte por ti solo, te lanzas a una aventura impresionante. Aprendes a echar de menos las cosas que no apreciabas en su momento, y a valorar cosas a las que no le habías dado importancia. Hay una especie de magia cuando te vas de Erasmus, y es que al volver, has cambiado.

Toda esa gente de la que ni siquiera sabías su nombre, se convierte en tu familia, sin importar de donde sean, ni sus aficiones, ni su estilo de vida. Todo el mundo está abierto a conocerte, a disfrutar de tu compañía, a dar lo mejor de si mismo y a disfrutar de cada momento porque la vida pasa volando pero especialmente la parte que vale la pena vivir.

Aprendes a ver tu profesión desde otra perspectiva, a darle la vuelta a la tortilla, y te das cuenta de que no todo es blanco o negro. Aprendes a afrontarte a problemas que te pueden surgir el día de mañana en tu trabajo (compañeros, pacientes, médicos…) A nivel personal, mis prácticas en Oporto han valido la pena, y la convivencia allí aún más.

Solo puedo decir que: No te vayas de Erasmus, porque vas a conocer a personas que te van a robar el corazón y a partir de ahí la vida tendrá demasiado que echar de menos. Reirás hasta que la tripa te duela. Llorarás, también. Y aprenderás tantas cosas que te vas a reconstruir, reformular y evolucionar. La esencia, la verdadera magia del Erasmus, no se puede comparar.

Hay lugares en los que uno se queda, y lugares que quedan en uno, y para mí, Oporto ha sido uno de ellos.

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EDUARDO SANFELIU

Hice mi Erasmus en la ciudad portuguesa de Oporto. Como todo el que se va de Erasmus, estaba lleno de ilusión y con ganas de disfrutar de esta experiencia.

Los primeros días siempre son duros. Hay que adaptarse a una nueva ciudad y hacer nuevos amigos. Vives solo, en muchos casos por primera vez. Pero enseguida te das cuenta de que todo el mundo está en la misma situación, y no tardas en conocer gente y relacionarte con nuevos compañeros.

En cuanto a la ciudad de Oporto es una ciudad pequeña, con mucho encanto y mucha vida nocturna. El ambiente es inmejorable hay mucha gente de Erasmus, organizan viajes y fiestas, oportunidades no faltan para conocer gente nueva.

La vida en Oporto no es muy distinta a la de Valencia, aunque el clima, al estar más hacia el norte, es más frio y suele llover con frecuencia. Sin embargo, en cuanto a la comida, no tienen nada que envidiar a España. Se come muy bien en Portugal en general, a mí el sitio que mas me gustó fue un restaurante, bastante famoso en Oporto, llamado Brasão.

Yo viví en una residencia llamada “spru” en la zona de “Campanha”. Me decidí por residencia en vez de piso por recomendaciones de amigos, que me dijeron que conocería más gente y estaría más cómodo en una residencia, y la verdad que no se equivocaron. En la residencia se estaba muy bien y cerca del metro, que es el medio de transporte más utilizado en Oporto. Tardábamos apenas cinco minutos en llegar al centro de la ciudad.

En cuanto a mis prácticas de enfermería, las hice en el hospital de Matosinhos, en el servicio de Urgencias. En Portugal las prácticas son distintas de aquí, puesto que allí siempre estás con el mismo enfermero o enfermera. En mi caso estuve con un enfermero llamado Thiago, el cual, desde el primer día, se preocupó por mi nivel de conocimientos para, a partir de ahí, empezar a enseñarme. Y la verdad es que aprendí mucho, le estoy muy agradecido por la paciencia que tuvo conmigo, por su trato siempre amistoso y por todo lo que me enseñó. Trabajar con él ha sido como hacerlo con alguien a quien conoces de toda la vida. Ha sido una persona fantástica.

El Servicio de Urgencias te permite todos los días practicar técnicas distintas como coger una vías, insertar sondaje nasogástrico y vesical, preparar medicación, hacer curas, etc.

En unos meses siento que he aumentado la confianza en mí mismo y he aprendido mucho de los enfermeros portugueses. También, al salir fuera de España, te das cuenta del nivel de la Sanidad en nuestro país. En Portugal se apreciaba una carencia de recursos, lo que te hacía ser más resuelto. Por ejemplo, utilizaban sabanas arrugadas como almohadas y esta misma técnica se usaba para evitar la aparición de úlceras por presión.

 La vida de Erasmus comienza siendo todo nuevo, ciudad nueva, amigos nuevos, gente que al principio es desconocida pero que en un mes te das cuenta que es como si los conocieras de toda la vida, y esa ciudad tan nueva te la has recorrido tantas veces que es como si fuera tu segundo hogar, pero también es cierto que el Erasmus te da la oportunidad de viajar, y en mi caso aproveché para conocer más Portugal.

Mi recomendación es que si puedes irte de Erasmus, te vayas, es una experiencia única donde conoces mucha gente nueva de distintos países, aprendes a desenvolverte tú solo en muchas circunstancias, y acabas el Erasmus sin querer irte de esa ciudad y sin querer separarte de tus amigos, y aprendes mucho de los enfermeros portugueses, ya que en general los portugueses son gente muy abierta y simpática. Y se nota que les gusta enseñar porque acabas de llegar a un sitio nuevo, con un idioma distinto, y aún así te hacen sentir uno más. La verdad es que mi enfermero disfrutaba con su trabajo y yo me aproveché de eso para intentar aprender lo máximo posible, en un servicio que además me encantó, como es el servicio de Urgencias, en el cuál cada día aprendías algo nuevo.

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MICHELLE

No sé ni cómo llegó, fue tan repentino que mi decisión me llevó a vivir 3 meses en Oporto. Empezó en noviembre cuando dos compañeras se dieron de baja y esa fue mi oportunidad para coger un avión hacia Portugal, a la experiencia más transformadora que un estudiante podría vivir. Pensado y hecho, me puse a buscar pisos, residencias, vuelos y a finales de enero ya estaba en Oporto!

Primero hablemos de mi experiencia en el Hospital Pedro Hispano:

Los primeros días tuve algo de “miedo” por el idioma, pero el portugués no es nada difícil y si eres de Valencia ayuda porque se parece bastante al valenciano, pero irte tres meses a un hospital en el servicio de urgencias y emergencias con la lluvia de pacientes que entran por la puerta tiene gran responsabilidad, pero supe defenderme bastante bien.

La verdad que tuve muchísima suerte, iba con un compañero de otra clase que ya conocía y nos tocaron dos enfermeros (Sandra y Tiago) que eran pareja y siempre estaban muy pendientes de nosotros, nos hacían bromas como si fuésemos un colega más; nos enseñaron y dejaron hacer de TODO, desde lo básico de las técnicas, cuidados enfermeros, preparación de medicación, hasta llamarlos por sus nombres para atenderlos como si fuesen nuestros propios pacientes, todo esto en portugués porque ellos sabían muy poquito español pero bueno nosotros habíamos ido también a aprender su idioma.

Mi primera impresión del hospital fue un poco dura los primeros días, ver que había muchos pacientes encamados en los pasillos, pacientes con prevención de contacto, gotas, todos en una misma habitación con cortinas de separación, fue un poco impresionante comparado con lo que yo había visto en Valencia. Yo hacia el turno de mi enfermera, normalmente hacia turno de mañana-tarde o de noche, rotando por todas las salas (hay sala de triaje, dos salas de tratamientos, observación y la sala de emergencias). Son las prácticas más reales que he podido hacer ya que no había hecho hasta ahora ni turno de noche ni 12h y media seguidas. Al estar prácticamente todo el día o toda la noche tenías que comer allí, eso fue algo a lo que tenía que acostumbrarme ya que allí los horarios de comida son muy tempranos.

Tengo que decir que los enfermeros portugueses tienen un nivel de exigencia con sus estudiantes bastante alto y a la vez positivo para nosotros ya que aprendemos de ellos. El trato con los pacientes fue siempre tan excelente, trabajan con tantísima motivación y trabajo en equipo. Sin duda gracias a Sandra sé porque elegí enfermería.

Ahora os cuento lo que fue mi hogar durante los 3 meses: Yo me decidí por una residencia de estudiantes. Allí fue donde conforme pasaban los días iba conociendo a más y más gente nueva, gente que me iba a acompañar durante todo el Erasmus y quien sabe toda la vida. Cada uno somos de una parte de España, Chile y Argentina, cada uno tan diferentes y con una historia y la misma motivación por vivir 3 meses solos, fuera de casa, con gente nueva y con mil viajes y fiestas por planear.

En esta residencia es donde puse mi primera lavadora, donde aprendí a cocinar, donde pensé que nunca podría acostumbrarme a esas cuatro paredes, pero definitivamente pasó; donde hacíamos nuestras propias fiestas con la música por todo lo alto hasta que el seguridad nos echaba la bronca. Ahí es cuando supe que fue una gran decisión salir de la rutina.

Los viajes se convertían en el pan de cada día. Entonces empiezas a “intentar” organizarlos, buscas que sitios ver, en que rincones te vas a hacer mil fotos hasta que salgas bien, …

Tres fueron los que marcaron mi Erasmus: Lisboa, Algarve y Azores, cada uno de ellos inolvidable, diferente. En ese momento es en el que te das cuenta de que parece que los conoces de toda la vida, de que tienes un grupo de amigos.

El tiempo allí es variado puede hacer sol por la mañana y un diluvio por la tarde, siempre hay que salir con el paraguas a mano.

La comida, un tema importante, allí hay sitios de todo tipo de precios, pero en general bastante económicos, el día que no comíamos una Munchie (un lugar de hamburguesas), comíamos bacalao con nata o bebíamos Super Bock. No te puedes ir de Porto sin comer un pastel de Nata o una francesinha.

Todo es tan increíble que cada fiesta supera la anterior, allí hay sitios “fijos” a los que van los Erasmus: MoreClub, Adega Sports Bar, Adega Leonor, el 77, Eskada,… los cuales se convierten en tu nueva rutina.

Sitios baratos y para diferentes gustos musicales. Todos los Erasmus tenemos una tarjeta que se llama ESN en la que un grupo de jóvenes organizan viajes, fiestas, cenas, todos los fines de semana y entre semana. En Porto hay fiestas todos los días, y es donde sigues conociendo más y más gente nueva!

En mayo tuve la oportunidad de estar en “Queima das Fitas”: es una fiesta tradicional de los estudiantes universitarios portugueses, originada en Coimbra. Son desfiles en los que cada uno lleva un sombrero de copa y un bastón del color de su facultad, el traje tradicional con capas. Y por la noche en un queimódromo hay conciertos toda una semana entera!

El tiempo pasa y tres meses se hacen cortos, cuando me quedaban pocas semanas para volver, empezaba ya a pensar en que todo se convertiría en despedidas. Me di cuenta de lo feliz que fui, de lo que viví, de todo lo que me llevo para siempre. Cuando se acaba, te das cuenta que ahí estabas muy bien y que solo hacía más que empezar.

“Nadie adquiere una visión amplia, saludable y generosa si se queda en una esquina de la tierra toda su vida”.

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