Cerebro y política, íntimamente ligados

¿Qué se necesita conocer para mejorar la comunicación política? La base de una comunicación efectiva y real es la psicología política, una ciencia antigua que actualmente emerge con el florecimiento de diversos partidos políticos que dejan atrás el clásico bipartidismo, pero ¿qué entendemos como psicología política?

Empecemos por analizar la capacidad y desarrollo de nuestros cerebros.

No hay mayor ordenador con capacidad de almacenamiento de información y datos que el cerebro humano. Pero no tenemos un solo cerebro, sino nada más y nada menos que tres:

  • Cerebro de reptil: es la parte instintiva del cerebro que ayuda la conservación de la especie como la alimentación, la lucha, la maternidad, la huida, la búsqueda de refugio, la necesidad de pertenencia y tendencia hacia un colectivo religioso, político, cultural… en definitiva es la parte del cerebro que gestiona la supervivencia del ser humano.
  • Cerebro límbico (cerebro de mamífero): gestiona las emociones y la memoria. Entre esas emociones o recuerdos afectivos están el miedo, el odio, la rabia, la envidia, el sufrimiento, el amor, la felicidad, el engaño…
  • Cerebro neocortex (cerebro humano): es el cerebro del racional y consciente. Lugar donde se resuelven los problemas emocionales escogiendo un comportamiento u otro dependiendo de la consciencia e inteligencia.

Sin duda, tres auténticos ordenadores interconectados pero desde luego con su propia forma de funcionar.

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El cerebro reptil y neocortex es el que determina la afinidad con una ideología política u otra, la emoción que nos provoca un líder u otro, las formas de decisión de nuestro voto o la aceptación de un candidato u otro. Por tanto, a simple conclusión y sin tener en cuenta más factores, la comunicación política pasará por la forma y el fondo a la que queramos apelar.

Expuesto lo cual, cabe tener un alto grado de conocimiento de la Psicología Política para poder operar en la comunicación política y en la propia política pero no solo eso, sino para comprender la psicología del votante, la psicología del candidato y la psicología del político. Una ciencia que puede ayudarnos, y de hecho, nos ayuda a corregir grandes errores políticos desde el convulso siglo XX, cuando se considera que la Psicología Política nació.

Nuestro siglo, o más bien, nuestra sociedad está sedienta de respuestas, respuestas que den sentido y puedan comprender los hechos políticos, los comportamientos de las masas, la comunicación verbal y no verbal de nuestros líderes, sin embargo, esas respuestas las pueden contestar los consultores políticos, asesores, gobernantes, políticos, jefes de campaña, periodistas, partidos políticos y al mismo tiempo, cuanto mejores y más completas sean las respuestas a nuestras preguntas mejores serán las decisiones que se tomen por parte de la política y de los ciudadanos.

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Efectivamente, nos falta una vuelta más de tuerca a la resolución de la situación de la política actual del mismo modo en el que lo fue en el siglo XX, cuando los medios de comunicación de masas surgieron con más fuerza (radio, televisión y periódicos) para darle otra visión y otra respuesta a la demanda política y social como consecuencia de lo agitado del panorama político. No es que se hayan hecho mal las cosas, que en ciertos casos sí, solo que hemos cambiado como sociedad, han aflorado valores negativos de individualidad y egoísmo en detrimento del pensamiento colectivo como consecuencia del despertar de una crisis económica, según Guillermo Gómez-Ferrer (docente de la UCV).

Como sociedad somos complicados (y más si hablamos desde la perspectiva de sociedad política) y dado el devenir de los acontecimientos históricos debemos evolucionar hacia en una sociedad de cambios contantes sin paralizarnos ni dar por válido lo que anteriormente funcionaba. La sociedad del futuro deberá ser replanteada desde otra perspectiva a como hoy proyectamos el presente y el futuro a corto y medio plazo.

En España concretamente, coincide con la restauración del sistema democrático posterior a la etapa franquista y con la necesidad de reorganizar la sociedad en unas estructuras visibles de control y regulación dada la diversidad cultural. En definitiva, surge como el resultado de concebir la política como forma de relaciones sociales teniendo el afloramiento de los diferentes pensamientos y formas de actuar ante las diversas expresiones políticas, sociales y culturales.

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Ahora bien, nos surgen diversas preguntas, tal vez sin respuestas por el momento:

¿Cómo puede explicarse, a través de la Psicología Política, tal grado de desafección política?, ¿cómo podemos explicar, a través de la Psicología Política, los fenómenos políticos actuales?, ¿es necesario aplicar la Psicología Política al nuevo escenario político y social?, ¿cómo puede ayudar la Psicología Política a los comportamientos sociológicos en España?, ¿cuáles son los retos de la Psicología Política en el siglo XXI?

Ángeles Gómez Mañes. Antigua alumna del Máster en Marketing político y Comunicación institucional de la UCV.

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