SERIEDAD + SEGURIDAD + RESPONSABILIDAD + CERCANÍA = SORAYA SÁENZ DE SANTAMARÍA

Vaya por delante mi máxima admiración por la vicepresidenta en funciones del Gobierno de España, Soraya Sáenz de Santamaría, pero intentaré ser reflexiva y objetiva para referirme a la imagen que nos ofreció la «vice», como así la llaman, en el tan comentado debate a 4 de Antena 3 del pasado lunes 7 de diciembre de 2015.

Realmente para los tiempos convulsos que vivimos, hablar de la imagen podría parecer una banalidad, pero no lo es si tenemos en cuenta que un alto porcentaje del éxito o el fracaso de un político tiene que ver precisamente con la imagen. Claro, eso era antes, porque últimamente parece que le hemos dado la vuelta al calcetín y todo lo que antes era aceptable ahora se ha vuelto nefasto.

Sin embargo y pese a todo intentaré que ese halo de nerviosismo y desequilibrio no inunde este espacio y que en todo momento mantenga su esencia.

Han pasado unas semanas del fin de la campaña electoral en la que ha habido poco mitin multitudinario y mucho más acto al aire libre en la que los candidatos se han dejado querer por la ciudadanía, hasta incluso perder las gafas de vista en un acto vil propiciado tal vez por la agitación que se viene alentando. Sin embargo, el momento «estrella» de esta campaña ha sido el debate que enfrentó a Soraya con el resto de candidatos de PSOE, CIUDADANOS y PODEMOS, por cierto, hombres. Y es que, los debates en España son acontecimientos generadores de gran interés y expectación y más en esta ocasión en la que el organizador fue una cadena de televisión privada lo que hizo que el debate ganase en frescura, aunque en ciertos momentos pareció ser la premier de una superproducción cinematográfica de Hollywood.

Como si de un reality se tratase, vimos el trayecto de los candidatos a través de una cámara, sin sonido, hasta la sede de Atresmedia.

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El caso es que sea como fuere el debate introdujo cambios sustanciales, y sin vuelta atrás a lo que se venía haciendo hasta ahora, por ejemplo, la admisión de público en el plató (aunque su función era meramente testimonial, pues no participaron), la posición de los candidatos o la presencia, por primera vez, de una mujer, vicepresidenta del gobierno con posibilidades en un futuro de desempeñar un papel primordial para nuestro país.

Tal vez, la tendencia sea ir hacia una americanización de la comunicación política, hacer de ella un show… El tiempo y los acontecimientos lo dirán.

Eso sí, fuera de todo debate dejaré la no presencia del candidato número uno por Madrid, Mariano Rajoy al que le guardo simpatía y al que no juzgaré por sus decisiones más o menos acertadas.

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No quisiera mirar a otra parte que no sea mi valoración sobre la imagen de Sáez de Santamaría, quien con total seguridad estudió concienzudamente el libro de debate en el que estaban transcritas las posibles respuestas del adversario para los temas previstos, sus puntos fuertes y sus puntos débiles, su estilo como orador… Incluso, no dudo que analizase, junto a su equipo de campaña, la forma de actuar, de preguntar, las preferencias y gustos de los moderadores, Ana Pastor y Vicente Vallés.

Cierto es que antes de llegar a este momento está el predebate en el que los equipos de campaña negocian los formatos y las reglas del “juego” (turnos, escenografía, tiempo disponible, los temas que se abordarán…). No olvidemos que lo más importante del formato televisivo es saber transmitir emociones, saber conectar con la audiencia sea o no sea votante del candidato. Es más, lo debates, bajo mi punto de vista se hacen para intentar convencer a los indecisos.

Lo que para nada se dejó al azar fue la estudiada y medida imagen de Soraya, quien deslumbró con su maquillaje, peinado y atuendo perfecto, acorde al momento demostrando seriedad, seguridad, responsabilidad y cercanía incluso en su lenguaje no verbal que no vendrá sino a reforzar el mensaje a transmitir. En esto, Soraya fue la más correcta, al permanecer casi en la misma posición durante las dos horas aproximadamente que duró el debate. Porque al final de todo, el público se queda con el mensaje verbal pero también, de forma inconsciente, se queda con la impresión externa del candidato, su forma de expresarse y su forma de gesticular que demostrará los sentimientos que le embargan durante el debate.

Pero Soraya consiguió casi lo imposible en un debate, que el atuendo y los complementos pasasen desapercibidos y cobrase fuerza los mensajes que quiso lanzar, parte del éxito fue la utilización de colores neutros como son el azul, gris y negro.

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La vicepresidenta del Gobierno, optó por un atuendo muy clásico y atemporal con un toque actual, como es la chaqueta aterciopelada en color azul oscuro con unos pantalones de corte recto y unos sencillos stilettos negros (zapatos que comúnmente conocemos como tacones de aguja). En mi opinión el corte de la chaqueta no le favorecía, tal vez hubiera sido mejor optar por una chaqueta estilo americana, en lo que si estoy totalmente de acuerdo es en el color escogido, el azul marino, color relacionado con la fidelidad y la confianza.

Como curiosidad, en Inglaterra es común regalar a la novia un anillo con una piedra preciosa, a ser posible un zafiro que traduce el valor del compromiso matrimonial.

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En cuanto a su peinado fue absolutamente correcto, aunque podría haber arriesgado un poco más y haber comparecido con un look más juvenil, seguramente con la melena alisada como ya ha hecho en otras ocasiones.

Tal y como se puede observar en la instantánea de la izquierda (perteneciente a un momento del debate) el maquillaje era muy natural a excepción de los labios pintados de color rosa púrpura que aportaba el toque femenino al atuendo, lo que en términos psicológicos del color significa además sensibilidad y sentimentalidad. El rosa es una mezcla de un color cálido y un color frío, que simboliza las cualidades nobles del compromiso. El color de sus labios unido al azul de la chaqueta sin duda, refuerza el mensaje de compromiso.

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Los complementos pasaron totalmente desapercibidos con el fin de no distraer la atención, de hecho, apenas se apreciaron los pendientes, el colgante, el reloj y el anillo en su mano derecha. En conjunto, ofreció una imagen clara, nítida y juvenil, sin elementos que entorpecieran el mensaje no verbal.

El debate, como todo o casi todo lo novedoso de la política, no acabó cuando se apagaron las luces del plató de televisión, de hecho, el debate continuó durante unos días más, a través de los medios de comunicación tanto offline como online, redes sociales incluidas.

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Ángeles Gómez. Antigua alumna del Máster en Marketing político y Comunicación institucional de la UCV.

mkpolitico

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