Reflexión lunes 18 de noviembre
Lectura del santo evangelio según san Lucas (18,35-43):
Cuando se acercaba Jesús a Jericó, había un ciego sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que pasaba gente, preguntaba qué era aquello; y le informaron:
«Pasa Jesús el Nazareno».
Entonces empezó a gritar:
«¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!».
Los que iban delante lo regañaban para que se callara, pero él gritaba más fuerte:
«Hijo de David, ten compasión de mí!».
Jesús se paró y mandó que se lo trajeran.
Cuando estuvo cerca, le preguntó:
«¿Qué quieres que haga por ti?».
Él dijo:
«Señor, que recobre la vista».
Jesús le dijo:
«Recobra la vista, tu fe te ha salvado».
Y enseguida recobró la vista y lo seguía, glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alabó a Dios.
Palabra del Señor
Reflexión
La palabra nos muestra hoy que la realidad definitiva en nuestra vida es el encuentro con Jesús. El ciego Bartimeo fue muy consciente de esto y al saber que Jesús pasa cerca de él, pone todos los medios a su alcance para conseguir ese encuentro. Se pone a gritar, utiliza una fórmula con la que expresa su fe y su confianza en Jesús. El Señor lo escucha y lo llama. Este es el momento decisivo en la vida de aquel hombre. Da un salto y se acerca a Jesús. La pregunta del Señor expresa su deseo de salvación: ¿Qué quieres que haga por ti? Esa misma pregunta nos formula a cada uno de nosotros. El ciego pide la vista. Y nosotros, ¿qué pedimos? El ciego por su fe recobra la vista. Y su vida se convierte en alabanza y testimonio. A eso también estamos llamados nosotros.