
Reflexión sábado 15 de marzo
Lectura del santo evangelio según san Mateo (5,43-48):
EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Habéis oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo’ y aborrecerás a tu enemigo”.
Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.
Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis solo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto».
Palabra del Señor
REFLEXIÓN
Después de las antítesis del mandamiento no matarás, del adulterio, del divorcio, de los juramentos y de ley del talión, llegamos hoy a la sexta y última antítesis presentada por Jesús y, también, la más importante. Para terminar la serie de seis antítesis, el Señor cita el mandamiento antiguo que, mal interpretado, admitía el odio al enemigo, ya que en ninguna parte de la Biblia aparece la frase “odiarás a tu enemigo”, si aparece en la Regla de la comunidad de la secta judía de los esenios.
A esta malvada interpretación el Maestro opone la exigencia del amor a los enemigos, que es una estrategia para “vencer” al perseguidor; para que, de esta manera, los discípulos sean semejantes al Padre Celestial que derrama sus dones sobre justos y pecadores. Este mandamiento de amar a los enemigos es fundamental en la enseñanza del Señor, no se trata de un mandamiento más, sino que, para Jesús, es el centro de todos los mandamientos, es la forma de practicar la verdadera justicia (santidad), es la forma de interpretar correctamente la verdadera voluntad de Dios en la enseñanza del Antiguo Testamento. El Reino de Dios es la actuación misericordiosa de Dios y es un don puramente gratuito para todos, como la luz del sol y la lluvia. Lo que el Señor quiere es que el discípulo imite la acción misericordiosa de su Padre Celeste, como respuesta a los dones de Él recibidos. Termina Jesús exhortando a buscar la justicia superior siendo perfectos como el Padre Dios es perfecto; esto es, íntegros, completos, indivisos, sin defecto, sanos, personas que caminan con integridad delante del Señor.
¿En qué me parezco a Dios? ¿He aprendido a perdonar? ¿He a aprendido a amar como Dios ama? ¿Creo que puedo ser santo(a)?