29 de julio
santa marta

Reflexiión Miércoles 29 de julio

Santa Marta

PRIMERA LECTURA

¿Por qué se ha vuelto crónica mi llaga? Si vuelves, estarás en mi presencia

Lectura del Profeta Jeremías, 15, 10. 16-21

¡AY de mí, madre mía, me has engendrado para discutir y pleitear por todo el país! Ni presté ni me han prestado, en cambio, todos me maldicen.

Si encontraba tus palabras, las devoraba:

tus palabras me servían de gozo, eran la alegría de mi corazón, y tu nombre era invocado sobre mí, Señor Dios del universo.

No me junté con la gente amiga de la juerga y el disfrute; me forzaste a vivir en soledad, pues me habías llenado de tu ira.

¿Por qué se ha hecho crónica mi llaga, enconada e incurable mi herida?

Te has vuelto para mí arroyo engañoso de aguas inconstantes.

Entonces respondió el Señor: «Si vuelves, te dejaré volver, y así estarás a mi servicio; si separas la escoria del metal, yo hablaré por tu boca».

Ellos volverán a ti, pero tú no vuelvas a ellos.

Haré de ti frente al pueblo muralla de bronce inexpugnable: lucharán contra ti, pero no te podrán, porque yo estoy contigo para librarte y salvarte —oráculo del Señor—.

Te libraré de manos de los malvados, te rescataré del puño de los violentos.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL Sal 58, 2-3. 4-5a. 10- 11. 17. 18

  1. Dios es mi refugio en el peligro.

V∫. Líbrame de mi enemigo, Dios mío,
protégeme de mis agresores;
líbrame de los malhechores,
sálvame de los hombres sanguinarios. R∫.

  1. Dios es mi refugio en el peligro.

V∫. Mira que me están acechando
y me acosan los poderosos.
Sin que yo haya pecado ni faltado, Señor. R∫.

  1. Dios es mi refugio en el peligro.

V∫. Por ti velo, fuerza mía,
que mi alcázar es Dios.
Que tu favor se me adelante, Dios mío,
y me haga ver la derrota del enemigo. R∫.

  1. Dios es mi refugio en el peligro.

 

ALELUYA  Aleluya, aleluya.

Yo soy la luz del mundo, dice el Señor;
el que me sigue tendrá la luz de la vida.

Aleluya

EVANGELIO

Creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios

Lectura del santo Evangelio según san Juan 11, 19-27

En aquel tiempo, muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María para darles el pésame por su hermano. Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedó en casa.

Y dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá».

Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará».

Marta respondió: «Sé que resucitará en la resurrección en el último día».

Jesús le dijo: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?».

Ella le contestó: «Sí, Señor: yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo».

REFLEXIÓN

       La Palabra que el Señor hoy nos regala, nos invita a la fe, a creer.

En el Evangelio, vemos a Jesús que llega a casa de Marta y María, tras la muerte de Lázaro. En este encuentro, Jesús dice: Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. Y añadió: ¿Crees esto?

       Una pregunta que Jesús nos dirige hoy a cada uno de nosotros. También te la dirige hoy a ti: ¿Crees esto?

Para responder bien a esta pregunta necesitas el Espíritu Santo. ¡Pídelo! Para que tú, como Marta, puedas responder: Sí, Señor, yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.

       Para que, en medio de tus dudas, de tus oscuridades… puedas dar el salto de la fe, puedas creer que Jesucristo vive; que sólo Él tiene palabras de vida eterna; puedas creer que Él te ama tanto que quiere que tengas vida en abundancia y te invita a vivir para siempre, más allá de la muerte, en el cielo; porque ni el ojo vio, ni el oído oyó ni el hombre puede siquiera imaginar lo que Dios tiene preparado para los que le aman (cf. 1 Co 2, 9). Que puedas confesar que Él es Señor de tu vida.

Si crees, verás la gloria de Dios y Él, te regalará el don del Espíritu Santo que te hará capaz de amar con un corazón nuevo, lleno de misericordia; un corazón tocado por el amor de Dios. Un corazón del que brota la bendición y la alabanza; que proclama la gloria de Dios, su fidelidad.

Un Espíritu que te renueva, que te hace vivir radiante porque contemplas el amor de Dios y lo entregas a los demás. Un corazón lleno de gozo porque experimentas como el Señor te libra de todas tus ansias, puedes ver cómo el ángel del Señor acampa en torno a tu vida y te cuida.

Puedes gustar -incluso en medio de la cruz- que el Señor es bueno, que cuando te acoges a Él, entras en el gozo de su descanso, de contemplar la obra que Él está haciendo en ti, de contemplar que, por el don del Espíritu, la cruz es fecunda y gloriosa.

¡Os daré un corazón nuevo!  (cf. Ez 36, 26).

¡Ven Espíritu Santo!  (cf. Lc 11, 13).

CANTO

Athenas – Contigo, María

https://www.youtube.com/watch?v=kkVtd-kam6A&feature=youtu.be

 

 

pastoral

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