Reflexión del Domingo, 21 de marzo
EVANGELIO
– «Señor, quisiéramos ver a Jesús.»
Felipe fue a decírselo a Andrés; y Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús.
Jesús les contestó:
– «Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre.
Os aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo premiará.
Ahora mi alma está agitada, y ¿qué diré?: Padre, líbrame de esta hora. Pero si por esto he venido, para esta hora. Padre, glorifica tu nombre.»
Entonces vino una voz del cielo:
-«Lo he glorificado y volveré a glorificarlo.»
La gente que estaba allí y lo oyó decía que había sido un trueno; otros decían que le había hablado un ángel.
Jesús tomó la palabra y dijo:
-«Esta voz no ha venido por mí, sino por vosotros. Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el Príncipe de este mundo va a ser echado fuera. Y cuando yo sea elevado sobre la tierra atraeré a todos hacia mí.»
Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba morir.
REFLEXIÓN
Va terminando ya el tiempo de Cuaresma y nos disponemos a participar el gran misterio pascual el paso de la muerte a la vida de Jesucristo. Quedan ya pocos días para celebrar la Semana Santa.
El evangelio de hoy vemos como Jesús ya se encuentra en Jerusalén y hay unas personas que preguntan que quieren ver a Jesús.
Nosotros queremos ser felices y a veces ponemos nuestra felicidad en las cosas cotidianas de cada día, sin embargo la verdadera felicidad, la felicidad con mayúsculas, solo la encontramos en Dios y con Dios. Por eso nosotros queremos ver a Jesús, pero sobre todo queremos vivir con el.
Sabemos que lo encontramos cada vez que vamos a la parroquia en el Sagrario, en los sacramentos, en la Eucaristía, nos habla cuando leemos el evangelio, hablamos con el la oración, le contamos nuestras preocupaciones y le pedimos que queremos ser cada día mejores cristianos.
Justamente el tiempo de Cuaresma consiste en eso nos darnos cuenta que tenemos que estar junto a Dios que tenemos que cuidar la vida espiritual acercarse a los sacramentos, la Eucaristía, vivir los mandamientos para que podamos ser también igual que los apóstoles discípulos de Jesús en medio del mundo.