Reflexión del lunes, 22 de marzo
Lectura del santo evangelio según san Juan 8, 1-11
Jesús se dirigió al monte de los Olivos. Por la mañana volvió al templo. Todo el pueblo acudía a él y, sentado, les enseñaba. Los escribas y fariseos le llevaron una mujer sorprendida en adulterio, la colocaron en el centro, y le dijeron: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés ordena apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?” Decían esto para ponerlo a prueba, y tener de qué acusarlo. Pero Jesús se agachó y con el dedo se puso a escribir en el suelo. Como insistían en sus preguntas, se incorporó y les dijo: «Quien de vosotros esté sin pecado tire la primera piedra». De nuevo se agachó y seguía escribiendo en el suelo. Ellos, al oírlo, se fueron retirando uno a uno, empezando por los más ancianos hasta el último. Y quedó solo Jesús con la mujer, que permanecía allí de pie en el centro. Jesús se incorporó y le dijo: «Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?” Ella contestó: «Nadie, Señor. Jesús le dijo: «Tampoco yo te condeno. Ve, y en adelante, no peques más». Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Queridos amigos y amigas:
El evangelista nos habla hoy de como Jesús busca el silencio y la meditación, y se deja llenar del infinito amor de Dios.
Cuando regresa al templo sigue enseñando la Palabra de Dios, pero los hombres quieren poner a prueba a Jesús; quieren saber si cumple con la Ley judía: «castigar a quien comete pecado, en este caso, adulterio».
Jesús que conoce el amor de Dios, no condena, como hacen los demás, él sabe que esta mujer está siendo humillada públicamente, la están juzgando sin haber tenido un juicio, Él en cambio la mira con misericordia y después se dirige a los escribas, fariseos y personas que estaban allí expectantes, (escribas son los que interpretan la Biblia y fariseos grupos sectarios que hacen cumplir la Ley), les dice: «Aquel que esté libre de pecado tire la primera piedra» y acto seguido se pone a escribir en la arena los pecados de ellos.
Todos comienzan a retirarse, porque ven que Jesús ha dado en el clavo, todos sin excepción tienen pecados, faltas.
Cuando se quedan solos Jesús le dice a la mujer: ¿Dónde están los que te acusaban? Vete, yo tampoco te condeno, pero a partir de ahora no peques más.
Jesús le ofrece el perdón del Padre, la misericordia infinita de Dios, pero también le dice que no vuelva a pecar. Le está pidiendo un cambio radical en su vida.
Para esto ha venido el Hijo de Dios al mundo, para redimirnos de nuestros pecados con su pasión y muerte.
El periodo de cuaresma nos ofrece constantes oportunidades para aplicar las enseñanzas de Cristo.
También a nosotros nos pide el Señor que no juzguemos, no condenemos y no pequemos. Él nos ofrece su perdón y misericordia, a cambio sólo nos pide que cambiemos, que volvamos nuestros ojos, nuestro corazón, hacia Él. Que convirtamos nuestro corazón en un corazón de amor, abierto a la vida.
Señor, concédeme la gracia de valorar tu amor misericordioso. Concédeme, Dios mío, la fuerza para no caer en las tentaciones y la humildad para pedir perdón por mis pecados.
¡Feliz día!, disfrutad y dejaos moldear por Dios.