Reflexión del lunes, 26 de abril
EVANGELIO
–«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero sí la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?
No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo.»
REFLEXIÓN
El evangelio de este lunes cuarto de Pascua es continuación del Sermón de las Bienaventuranzas. Dice Jesús a sus discípulos: “vosotros sois la sal de la tierra…vosotros sois la luz del mundo”, claro, si escuchamos y ponemos en práctica lo que Él nos dice. El Señor encarnó en su propia persona el Sermón de la Montaña, nosotros que queremos ser discípulos suyos tenemos que hacer lo que el Maestro nos enseña, tener una relación sincera y permanente con El, porque ser sal y luz de la tierra significa estar con Jesús, permanecer unidos a su Persona. La paz, la justicia, la pobreza de espíritu, la mansedumbre, la misericordia es lo opuesto al orgullo, la vanidad, la mentira, el derroche, el poder y la cobardía. Como dice San Pablo, esta sabiduría del evangelio no la conocen los sabios de este mundo, es decir, todos aquellos que desean que se haga lo que ellos piensan y deciden pero sin escuchar a los demás, todos aquellos que instrumentalizan la relación humana no como servicio sino como imposición del propio criterio.
Perder a conciencia, renunciar pudiendo tener, dar sin esperar el reconocimiento, perdonar al que te ofende, tender la mano al que lo necesita, aconsejar al que te lo pide, enseñar gratuitamente, crear esperanza, hablar con Dios y pedirle lo bueno para todos…es un programa que tenemos que invocar y suplicar a Nuestro Señor, ya que nosotros somos olvidadizos e interesados y muy pronto acabamos metidos en nuestros propios asuntos.
La sal para que el alimento tenga sabor y la luz para disipar la oscuridad es algo que nos entra con facilidad a través de nuestros sentidos en el día a día y necesitamos de esta experiencia para poder vivir, del mismo modo debemos desear experimentar el gusto por la vida cuando nos reconciliamos, rezamos, ayudamos y amamos a los demás como hermanos y no como extraños.
-Pidamos al Señor que nos haga sentir la alegría de vivir, dando sabor a lo que hacemos.
-Pidamos al Señor que no falte la sal y la luz en el mundo.
-Pidamos por la paz, la salud de todas las personas.
-Pidamos al Señor que aumenten las vocaciones para ser sacerdotes suyos.