Reflexión del miércoles, 10 de marzo

plenitud

 

 

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro del Deuteronomio 4, 1. 5-9

MOISÉS habló al pueblo, diciendo:

«Ahora, Israel, escucha los mandatos y decretos que yo os enseño para que, cumpliéndolos, viváis y entréis a tomar posesión de la tierra que el Señor, Dios de vuestros padres, os va a dar.

Mirad: yo os enseño los mandatos y decretos, como me mandó el Señor, mi Dios, para que los cumpláis en la tierra donde vais a entrar para tomar posesión de ella.

Observadlos y cumplidlos, pues esa es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia a los ojos de los pueblos, los cuales, cuando tengan noticia de todos estos mandatos, dirán:

«Ciertamente es un pueblo sabio e inteligente esta gran nación».

Porque ¿dónde hay una nación tan grande que tenga unos dioses tan cercanos como el Señor, nuestro Dios, siempre que lo invocamos?

Y ¿dónde hay otra nación tan grande que tenga unos mandatos y decretos tan justos como toda esta ley que yo os propongo hoy?

Pero, ten cuidado y guárdate bien de olvidar las cosas que han visto tus ojos y que no se aparten de tu corazón mientras vivas; cuéntaselas a tus hijos y a tus nietos».

Palabra de Dios

SALMO RESPONSORIAL

Glorifica al Señor, Jerusalén.

Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sion.
Que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti.

Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza.

Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.

 

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 5, 17-19

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud.

En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley.

El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos.

Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos».

Palabra del Señor

REFLEXIÓN

    En nuestro camino hacia la Pascua, hacia el encuentro con Jesucristo vivo, hoy la Palabra nos invita a la conversión a la fidelidad.

    La fe es vivir una historia de amor con el Señor: haber descubierto que Dios te ama gratuitamente, que Jesucristo ha muerto y ha resucitado porque te ama, que el Espíritu Santo está realizando en ti la obra de la santidad, y vivir cada día respondiendo a este amor.

Por eso, la fe no es una carga, sino un don; no es una ideología, sino una vida; no es una exigencia, sino un regalo.

Porque no se vive con espíritu de esclavo, sino con corazón de hijo (cf. Rom 5, 5; 8, 15).

Y Dios que nos ama, nos habla, a través de su Palabra y también a través de los acontecimientos de la historia.

Como consecuencia de la Alianza que Dios ha hecho con su pueblo, Él nos regala los Mandamientos como las diez palabras de la vida, como el camino que nos lleva a la felicidad y a la vida eterna.

También nos invita a vivir la vida como historia de amor y de salvación: cuidado, guárdate muy bien de olvidar los sucesos que vieron tus ojos, que no se aparten de tu memoria mientras vivas; cuéntaselos a tus hijos y nietos.

Y todo vivido en fidelidad, que es una de las consecuencias del amor.

    Fidelidad a la Palabra: no somos dueños, sino servidores de la Palabra, y no podemos manipularla ni “descafeinarla”, según nuestros intereses o conveniencias, tal vez porque confiamos en nuestras fuerzas y somos incapaces de acoger la novedad del Espíritu (cf. Placuit Deo 3).

    Fidelidad a la historia: sin robarle la gloria a Dios, Glorifica al Señor, Jerusalén…, con ninguna nación obró así, ni les dio a conocer sus mandatos, sino proclamando tu Magnificat: que Dios es fiel y cumple sus promesas, que está haciendo en ti obras grandes.

    ¡Os daré un corazón nuevo!  (cf. Ez 36, 26).

¡Ven Espíritu Santo!  (cf. Lc 11, 13).

CANTO

En todo momento

Acción Familiar

               “No he venido a abolir, sino a dar plenitud” (Mateo 5, 18). Las leyes se cumplen, en Evangelio se vive. A aquellos he viven el Evangelio les resulta casi natural cumplir la Ley de Dios, porque experimentan en ellos la plenitud vivificadora, que muchos anhelan.

 

Gesto

  1. Encender una vela.
  2. Comienzo: En el nombre del Padre… (Señal de la Cruz).
  1. Gesto en Familia: Reflexionar y compartir juntos.

Hago una pausa y reflexiono sobre la presencia vivificadora de Dios en todo mi cuerpo, en todo mi entorno, en la totalidad de mi vida. ¿Qué es lo que más le agradezco que haya hecho en mi vida? – Comparto mis sentimientos abiertamente con mi familia.

  1. Oración final:

Amado Señor,
instala en mi corazón
el deseo de conocerte y amarte más.

Recuérdame que las mejores cosas de la vida son gratuitas:
El amor, la risa, el cariño y el compartir.

Haz que sea agradecido y que pueda responder
haciendo Tu Voluntad en mi vida.

Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo,
Como era en un principio, Ahora y siempre,
por los siglos de los siglos

Amén

Fuente: www.espaciosagrado.com

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