Reflexión del viernes, 7 de mayo
EVANGELIO
REFLEXIÓN
La perfección consiste en amar. El amor es un don del Espíritu Santo. ¿Cómo puede comprobarse la presencia del Espíritu Santo? Si alguien hace algo que supera las fuerzas humanas, en él se transparenta la fuerza de Dios, una fuerza extraordinaria, por ejemplo, la fuerza que se manifiesta en la experiencia del matrimonio. El instinto de supervivencia empuja al hombre a defender su propia vida: ofrecer la vida por Cristo y por el prójimo es manifestación de una vida superior, inmortal, y de un amor sobrehumano; por ello, los mártires siempre han sido honrados enseguida como santos.
Pero Dios no llama a todos los hombres a dar testimonio tan alto. La mayor parte de las personas viven el amor de Dios en la vida cotidiana, ofreciendo su propia vida en las pequeñas y grandes cosas de todos los días, trabajando por los demás, ayudando a quien lo necesita sin pensar en sí mismos. Y obrando así demuestran que el Espíritu santo está con ellos.
¿Qué diferencia hay entre el amor y la amistad? El amor es la actitud del verdadero cristiano hacia todos. La amistad realiza el amor en un círculo restringido de personas, pero con más intensidad. La amistad supone relaciones más íntimas y un contacto frecuente, que en el amor no es necesario: los amigos se reúnen en un lugar determinado, mientras que Dios está en todas partes.
Entonces ¿se puede pasar del amor a la amistad con Dios, a un contacto más intenso y profundo con Él?
La amistad entre las personas se refuerza cuando los amigos tienen los mismos objetivos y colaboran en la misma obra. La amistad con Dios se profundiza si se colabora en la obra divina, observando sus mandamientos, es decir, los principios mediante los que se realiza la creación y la renovación del Espíritu.
Además de intimidad y de colaboración, la amistad necesita compresión recíproca. Toda persona tiene un secreto que revela a sus amigos, no a los extraños. La vida de Dios es un secreto inescrutable, pero también Dios revela sus secretos a aquellos a los que quiere hacer partícipes de su vida.
A menudo, la verdad de Dios se nos aparece a chispazos, confusamente, como reflejada en un espejo, pero un día saldrá todo a la luz,
La fe es el principio de esta visión que, creciendo en la vida espiritual, enseña siempre algo más que hace crecer en amistad con Él.