Reflexión Domingo 21 de junio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (10,26-33):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «No tengáis miedo a los hombres, porque nada hay cubierto que no llegue a descubrirse; nada hay escondido que no llegue a saberse. Lo que os digo de noche decidlo en pleno día, y lo que escuchéis al oído pregonadlo desde la azotea. No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No, temed al que puede destruir con el fuego alma y cuerpo. ¿No se venden un par de gorriones por unos cuartos? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo; no hay comparación entre vosotros y los gorriones. Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del cielo.»
Palabra del Señor
Reflexión:
Después de vivir todo el tiempo Pascual y de celebrar las solemnidades de la Santísima Trinidad y del Cuerpo y la Sangre de Cristo, la Iglesia vuelve a retomar el tiempo ordinario. Este tiempo es muy importante ya que nos pretende enseñar a vivir el día a día de nuestra vida unidos al Señor. A través de la liturgia, Dios quiere ayudarnos a vivir lo ordinario de manera extraordinaria; el amor en el grado de la cruz; la alegría y la Paz verdaderas.
El Evangelio de hoy es uno de esas lecturas que Dios nos regala para revelarnos la verdad de su paternidad y de su amor, y para recordarnos lo mucho que nos ama y nos cuida.
A menudo, en nuestra vida, parece que nos cuesta avanzar en el camino del bien, que tenemos dudas, que no sabemos si realmente hay uno que camina a nuestro lado o no… en el fondo que tenemos mucho miedo. Y el miedo nos paraliza y nos impide confiar y amar como debemos.
Esta Palabra viene a consolarnos y a animarnos: “No tengáis miedo”. Es el grito de uno que ha vencido a la muerte y sabe cómo es el Padre que cuida a sus hijos. Nosotros, a veces, experimentamos la ausencia de Dios, pero Jesús y su Palabra nos recuerdan cada día que Él está a nuestro lado y que somos muy valiosos para nuestro Padre.
Acojamos y guardemos esta Palabra en el corazón y nos ayudará a vivir todos los acontecimientos de nuestro día a día con una Paz y esperanza nuevas.
¡Ayúdame, Señor, a no tener miedo y a creer y experimentar que tú estás a mi lado