Reflexión domingo 24 de diciembre
Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 26-38
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo:
—«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo:
—«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le podrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».
Y María dijo al ángel:
—«¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?».
El ángel le contestó:
—«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.
Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible».
María contestó:
—«Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra».
Y la dejó el ángel.
Palabra del Señor.
Reflexión
Estamos prácticamente en el tiempo de navidad, mañana celebraremos el gran acontecimiento del nacimiento de Jesús.
Hoy en las vísperas de esta fiesta, todos los cristianos sentimos esa alegría y esa esperanza de que Jesús, un año más, va a nacer en lo más profundo de nuestro corazón.
Para eso hemos tenido todo el tiempo del Adviento para prepararlo interiormente especialmente por medio de los sacramentos para qué nuestro corazón sea lo más digno para poder recibir a Jesús.
Que esta noche, cuando nos reunamos con la familia para cenar le pidamos a Dios especialmente por la paz, esa paz que nos trae Jesús con su nacimiento en el portal de Belén. Que la Sagrada Familia de Nazareth, Jesús, María y José nos bendigan a nosotros también.