4 julio

Reflexión domingo 4 de julio

Lectura del santo evangelio según san Marcos (6,1-6):

En aquel tiempo, fue Jesús a su pueblo en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada: «¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es ésa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?»

Y esto les resultaba escandaloso.

Jesús les decía: «No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa.»
No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.

Palabra del Señor

 

Reflexión:

La Palabra de hoy nos habla de la incredulidad y la duda frente a Jesús de sus vecinos de Nazaret. Y hablándonos de ellos, también nos habla de nosotros. Es posible vivir cerca de Jesús y rodeado de lo santo, y que en nuestro corazón aparezca la falta de fe.

A menudo tenemos interiorizado que lo que realmente vale la pena en la vida cuesta mucho de conseguir, es muy difícil lograrlo o cuesta mucho dinero. Estos pensamientos son los que acontecen en el Evangelio de hoy. Jesús les resulta demasiado cercano para ser verdad, demasiado conocido, demasiado sencillo. Les resulta escandaloso que el Mesías esperado durante tantos siglos estuviese al lado de ellos, que sus milagros y su predicación fueran verdad.

EL Evangelio nos muestra que Jesús es el verdadero profeta, que es rechazado por los suyos. Y es que, acoger a Cristo y su Evangelio no siempre nos resulta sencillo… Él se ha hecho cercano, pero nuestro corazón está tremendamente endurecido.

¡Abramos hoy el Espíritu a Aquel que bien a visitarnos y a llevarnos a la fe y la Vida!

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