Reflexión Domingo 5 de marzo
Lectura del santo evangelio según san Mateo (17,1-9):
En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña alta. Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él.
Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús: «Señor, ¡qué bien se está aquí! Sí quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.»
Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía: «Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo.» Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto.
Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo: «Levantaos, no temáis.» Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: «No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.»
Palabra del Señor
Reflexión
Estamos celebrando este tercer domingo del tiempo de Cuaresma, en el cual la liturgia nos invita adentrarnos en el misterio de la pasión y de la resurrección de Cristo.
El evangelio de este fin de semana, es el evangelio de la transfiguración del Señor, en el que se escucha la voz de Dios que dice “este es mi hijo el amado en quien me complazco, escucharle”.
Dios nos invita a que en medio de nuestra vida, escuchemos la voz de Dios, la voz de Jesús, que nos invita a que seamos luz en medio del mundo, a que fruto de ese encuentro personal con él, en la oración, en el diálogo personal con el,nos dé la fuerza necesaria para que seamos portadores de la fe de Jesús en medio del mundo.
Una fe que es amor y que es esperanza. Le pedimos al Señor que en este tiempo de Cuaresma, sepamos escuchar la Palabra de Dios y que la hagamos vida en nosotros, para que participemos también el día de mañana en la Pascua del Señor.