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Reflexión domingo 8 de mayo. Ntra. Sra. Desamparados

Lectura del santo evangelio según san Juan (10,27-30):

En aquel tiempo, dijo Jesús: «Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno.»

Palabra del Señor

REFLEXIÓN

El cuarto Domingo de Pascua es el del Buen Pastor: Jesucristo es el Buen Pastor que cuida de sus ovejas, que da la vida por ellas, que las conoce y es conocido por ellas. Lo hemos cantado en el Aleluya: Yo soy el Buen Pastor, que conozco a mis ovejas, y las mías me conocen. También en el Salmo hemos cantado: Sabed que el Señor es Dios: que él nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebaño. Dios no te ha creado para la soledad, sino para la relación, para la comunión, para la donación. Por eso, no podemos vivir la fe de una manera solitaria e individualista. La Palabra de hoy te invita a descubrir y a vivir que, por el bautismo, eres parte del pueblo de Dios. Ese pueblo que participa ya de la victoria de Jesucristo, como nos ha mostrado la segunda lectura: una muchedumbre inmensa…, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. Un pueblo de pecadores siempre en proceso de conversión; un pueblo llamado a perseverar fieles a la gracia de Dios. Un pueblo que vive de la victoria de su Señor. ¿Cómo? Primero, proclamándolo como el Señor, el único Señor, Él es el camino, la verdad y la vida. Jesucristo es la piedra angular, ningún otro puede salvar. Después, dejándose guiar por su Pastor: El que se sienta en el trono acampará entre ellos… los apacentará y los conducirá hacia fuentes de aguas vivas. Escuchando su Palabra: mis ovejas escuchan mi voz… con mansedumbre, con docilidad, con confianza, obedeciendo al Pastor. Sin escuchar la voz de los extraños… Tomando la cruz y siguiendo al Cordero: estos son los que vienen de la gran tribulación, han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero. Viviendo en la confianza y experimentando su consuelo: nadie las arrebatará de mi mano… Dios enjugará toda lágrima de sus ojos. Cantando el cántico nuevo, el cántico de los redimidos: la alabanza, la bendición: Por eso están ante el trono de Dios, dándole culto día y noche en su templo… Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría, entrad en su presencia con vítores. Y con la mirada puesta en la meta: el cielo, la vida eterna: Y yo les doy la vida eterna. Y la Iglesia está llamada a llevar adelante esta misión de Cristo. Y lo hace participando de la misión pastoral de Cristo, desde las diversas vocaciones y carismas. Por ello, hoy pedimos especialmente por la Iglesia. También hemos de pedirle al Señor que nos dé pastores según su corazón, que suscite citar entre nosotros jóvenes dispuestos a seguirle incondicionalmente. También debemos preguntarnos hoy cómo estamos viviendo nuestra misión pastoral los que tenemos alguna responsabilidad sobre los demás: sacerdotes, padres, padrinos, maestros, catequistas, servidores, educadores… No hay que olvidar que también la vocación al matrimonio cristiano es una vocación misionera. ¿Cómo está tu relación con Jesucristo, el Buen Pastor? ¿Escuchas su voz? ¿Quieres seguirle de verdad? ¡Animo! Aunque estés lejos, el Pastor
te quiere, te espera, te busca… ¡Déjate encontrar y síguele! ¡Vale la pena! ¡Atrévete! El Buen Pastor, que te ama más que nadie, quiere lo mejor para ti.

Además en Valencia celebramos la Solemnidad de la Bienaventurada Virgen María, MAdre de los Desamparados, patrona principal de la ciudad de VAlencia y de la Comunida Valenciana. La Archidiócesis celebra hoy, durante la Misa “d’Infants”, la apertura del Año Jubilar Mariano con motivo del Centenario de la Coronación Canónica de la Virgen de los Desamparados concedido por la Santa Sede a petición del cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares.

En esa eucaristía se procederá a la lectura del decreto por el cual la Penitenciaría Apostólica de la Santa Sede, en virtud de la facultad otorgada por el papa Francisco, concede, en este Año Jubilar, la indulgencia plenaria desde el 8 de mayo de 2022 hasta el 14 de mayo de 2023 a los fieles que cumplan las condiciones habituales: Confesión sacramental, Comunión eucarística y oración por las intenciones del Sumo Pontífice.

El decreto establece que esta indulgencia plenaria la podrán obtener los peregrinos que visiten la Real Basílica de Nuestra Señora de los Desamparados, templo jubilar en este Año Mariano, si participan de los ritos jubilares o dedican, ante la imagen de la Patrona, una meditación concluyendo con la oración del Padrenuestro, Credo e invocaciones a la Virgen María Madre de los Desamparados.

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