13 oct

Reflexión jueves 13 de octubre

Lectura del santo evangelio según san Lucas (11,47-54):

En aquel tiempo, dijo el Señor: «¡Ay de vosotros, que edificáis mausoleos a los profetas, después que vuestros padres los mataron! Así sois testigos de lo que hicieron vuestros padres, y lo aprobáis; porque ellos los mataron, y vosotros les edificáis sepulcros. Por algo dijo la sabiduría de Dios: «Les enviaré profetas y apóstoles; a algunos los perseguirán y matarán»; y así, a esta generación se le pedirá cuenta de la sangre de los profetas derramada desde la creación del mundo; desde la sangre de Abel hasta la de Zacarías, que pereció entre el altar y el santuario. Sí, os lo repito: se le pedirá cuenta a esta generación. ¡Ay de vosotros, maestros de la Ley, que os habéis quedado con la llave del saber; vosotros, que no habéis entrado y habéis cerrado el paso a los que intentaban entrar!»

Al salir de allí, los escribas y fariseos empezaron a acosarlo y a tirarle de la lengua con muchas preguntas capciosas, para cogerlo con sus propias palabras.

Palabra del Señor

COMENTARIO:

Estos días hemos escuchado unas palabras bastante fuertes de Jesús dirigidas específicamente a los fariseos y a los maestros de la ley. Jesús conocía lo que había en sus corazones (cf. Jn 2,24-25) y, por tanto, era un perfecto juez de almas. Fue aún más severo con ellos porque, como líderes del pueblo, tenían la mayor responsabilidad de vivir según el corazón de Dios y ser una inspiración para el pueblo, pero eligieron lo contrario. No es de extrañar que se pusieran a la defensiva ante unas palabras tan duras, sobre todo cuando se hacían en público. Sin embargo, en la cámara sagrada de sus almas, deberían haber reconocido la verdad de las palabras de Jesús y haberse arrepentido; en cambio, endurecieron sus corazones, negándose a aceptar su culpa y decidiendo eliminar a Jesús.

ORACIÓN:

Señor, Dios de la Alianza:

Te damos gracias por el don de la fe en tu Hijo Jesucristo,

y por el don del  perdón y el amor

que él nos trajo como don tuyo.

Todo lo que tocamos y sentimos

es pura gracia y don gratuito.

Danos un corazón agradecido, Señor,

para reconocer tu bondad

en la naturaleza, en la gente que nos rodea,

y, sobre todo, en tu Hijo Jesucristo,

que vive contigo y también con nosotros

ahora y por los siglos de los siglos. Amén

EN FAMILIA:

Encender una vela y hacer una oración, guiada por los padres, para pedir la paz en el mundo

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