5 sept

Reflexión jueves 5 de septiembre

Lectura del santo evangelio según san Lucas (5,1-11):

En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret. Vio dos barcas que estaban junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: «Rema mar adentro, y echad las redes para pescar.»
Simón contestó: «Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes.»
Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande que reventaba la red. Hicieron señas a lo socios de la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían.
Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo: «Apártate de mí, Señor, que soy un pecador.»
Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
Jesús dijo a Simón: «No temas; desde ahora serás pescador de hombres.»
Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.

Palabra del Señor

COMENTARIO:

A veces me pregunto qué habría ocurrido si el esfuerzo “en tu nombre” no hubiera producido una pesca tan espectacular. ¿Qué nos ocurre cuando, a pesar de encomendar a Dios nuestros actos y trabajos parecen no tener resultado? Es posible que dijéramos que, lógicamente, Jesús (o la persona que, en su nombre nos haya podido aconsejar) no tiene idea de lo que es nuestra profesión… Es posible que perdamos la confianza. Quizá porque entonces sigamos pensando que el “en tu nombre” era únicamente una fórmula sin más alcance o efectividad.

El desafío que se nos presenta hoy es la fe inconmovible en que el “en tu nombre”, el ir más adentro, siempre produce resultados asombrosos… aunque no veamos los peces inmediatamente. Dios los ve, porque son suyos, no nuestros, y eso es lo importante. Lo nuestro es bogar más adentro y echar las redes, “en su nombre”.

ORACIÓN:

Oh Dios Santo, fuente de nuestra felicidad:

Tú confías tu Buena Nueva de vida

a gente débil y falible.

Cólmanos con la fuerza de tu Santo Espíritu,

para que estemos dispuestos

a proclamar tu mensaje de salvación

en el lenguaje vivo de nuestro tiempo.

Que Jesús tu Hijo obre y actúe  con y en nosotros

para que cada uno de nosotros tengamos el valor de decir:

Aquí me tienes, Señor, envíame como tu mensajero

a compartir con todos los que quieran escuchar

tu alegre noticia de felicidad.

Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

pastoral

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