Reflexión lunes 11 de diciembre
Un día, estaba Jesús enseñando, y estaban sentados unos fariseos y maestros de la ley, venidos de todas las aldeas de Galilea, Judea y Jerusalén. Y el poder del Señor estaba con él para realizar curaciones.
En esto, llegaron unos hombres que traían en una camilla a un hombre paralítico y trataban de introducirlo y colocarlo delante de él. No encontrando por donde introducirlo a causa del gentío, subieron a la azotea, lo descolgaron con la camilla a través de las tejas, y lo pusieron en medio, delante de Jesús. Él, viendo la fe de ellos, dijo:
«Hombre, tus pecados están perdonados».
Entonces se pusieron a pensar los escribas y los fariseos:
«¿Quién es éste que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?».
Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, respondió y les dijo:
«¿Qué estáis pensando en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir: “Tus pecados te son perdonados”, o decir: “Levántate y echa a andar”? Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar pecados —dijo al paralítico—: “A ti te lo digo, ponte en pie, toma tu camilla y vete a tu casa”».
Y, al punto, levantándose a la vista de ellos, tomó la camilla donde había estado tendido y se marchó a su casa dando gloria a Dios
El asombro se apoderó de todos y daban gloria a Dios. Y, llenos de temor, decían:
«Hoy hemos visto maravillas».
Palabra del Señor
Reflexión
Tanto la primera lectura del profeta Isaías como el evangelio despierta la fe y la esperanza del creyente. El poder de Dios llega a la naturaleza y al corazón del hombre. El profeta canta un retorno feliz, el desierto se convierte en un vergel lleno de vida y de alegría, imagen de un encuentro gozoso en Jerusalén, la ciudad de Dios. El pueblo ansiaba la vuelta a la patria, Isaías leyendo el corazón del pueblo, iluminado por el Señor lo describe de forma maravillosa.
Jesús, Hijo de Dios, confirmando la tradición del profeta Isaías, lee perfectamente el corazón humano. El paralítico y los amigos que lo presentan buscan la curación física, es lo primero que salta a la vista. La mirada de Jesús no solo ve el dolor corporal sino el dolor y el sufrimiento del corazón. El paralítico corporalmente hacía evidente su enfermedad, pero con toda seguridad la parálisis le acompañaría como un pensamiento permanente creándole la sensación de abatimiento. Jesús libera de esta atadura cuando le dice: “tus pecados están perdonados”, puedes vivir felizmente, tu abatimiento interior y exterior quedan curados. Este poder de Jesús de leer el interior del ser humano es lo que molesta a los fariseos y maestros de la ley, poniendo de manifiesto su incapacidad para comprender el dolor y el sufrimiento humano. No le reprochan la curación física sino el amor y la compasión que despierta en las personas, especialmente los enfermos. La respuesta de Jesús es completa, el cuerpo también es obra de Dios, forma parte de la persona.
Hoy sufrimos una parálisis espiritual, lo material y lo corporal están sobredimensionados para una parte de los seres humanos, para otros la carencia es alarmante, Dios desaparece y las ideologías, de signo político, no buscan solucionar los problemas humanos más elementales sino establecer medios para perpetuarse en el poder.
-Pidamos al Señor por la paz en el mundo.
-Pidamos por la vocaciones al sacerdocio
-Pidamos por la salud de todos los enfermos.