Reflexión lunes 11 de enero
Lectura del santo evangelio según san Marcos 1, 14-20.
Después que Juan fue entregado, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía: “Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio”. Pasando junto al mar de Galilea, vio a Simón y Andrés, el hermano de Simón, echando las redes en el mar, pues eran pescadores. Jesús les dijo: “Venid conmigo, y os haré pescadores de hombres”. Al instante, dejando las redes, lo siguieron. Caminando un poco más adelante, vio a Santiago, el hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban también en la barca arreglando las redes. Al instante los llamó, y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron tras él.
Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Queridos amigos y amigas:
En el evangelio de hoy vemos como Jesús nos trae la Buena Noticia de anunciar a Dios.
Un mensaje de esperanza para una sociedad que cada vez vive más el consumismo y el alejamiento de Dios, dejando de lado la espiritualidad.
El tiempo de espera ha terminado, Jesús nos trae un nuevo tiempo, una nueva esperanza porque Dios no quiere abandonarnos a los problemas y sufrimientos, sino que quiere construir junto a nosotros un mundo más justo, humano y solidario.
Jesús anuncia que el reino de Dios está cerca, porque Él lo experimenta, para Él Dios es bueno y misericordioso, es el padre que acoge, abraza y escucha. Dios está aquí entre nosotros. Jesús tiene fuerza y convicción: ¡Dios vive entre nosotros! Esta afirmación es una llamada a la esperanza, a dejar de lado el desaliento, la amargura, la incertidumbre, porque Dios pone en nosotros la fuerza, la energía y el amor para poder hacer de nuestro mundo un hábitat de fraternidad y amor.
Cada uno de nosotros puede ayudar desde su ámbito a cambiar el rumbo de la historia. Jesús nos está pidiendo en cada instante que cambiemos, que dejemos de pensar y actuar como lo hacemos, porque cuando nuestra vida cambia, nos ayudamos a nosotros y también a los demás, pero Jesús no obliga, sino que llama continuamente a despertar nuestras conciencias dormidas.
¿Qué nos pasa que dejamos de lado el mensaje de la Buena Noticia? Creer en Dios y en su misericordia es nuestro compromiso como cristianos bautizados, es la mejor forma de gastar nuestras energías, de apostar por un mundo más liberador y confiado a la esperanza.
En este pasaje podemos comprobar cómo Jesús pasa a nuestro lado y nos llama. Cristo se presenta a nosotros en las actividades diarias, cuando menos lo esperamos, Él nos ve y nos llama. Jesús nos llama sin importarle lo que somos o cómo somos. Eso sí, una vez que le hemos respondido se nos pide dejarlo todo y seguirlo.
El Papa Juan Pablo II lo dijo al inicio de su pontificado; «no tengáis miedo, abrid las puertas a Cristo«. Hagámoslo porque para Dios nada es imposible.
¡Feliz día!, disfrutad y dejaos moldear por Dios.