Reflexión lunes 15 de abril
Lectura del santo evangelio según san Juan (6,22-29):
Después de que Jesús hubo saciado a cinco mil hombres, sus discípulos lo vieron caminando sobre el mar. Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del mar notó que allí no había habido más que una barca y que Jesús no había embarcado con sus discípulos, sino que sus discípulos se habían marchado solos.
Entretanto, unas barcas de Tiberíades llegaron cerca del sitio donde habían comido el pan después que el Señor había dado gracias. Cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús.
Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron:
«Maestro, ¿cuándo has venido aquí?».
Jesús les contestó:
«En verdad, en verdad os digo: me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a este lo ha sellado el Padre, Dios».
Ellos le preguntaron:
«Y, ¿qué tenemos que hacer para realizar las obras de Dios?».
Respondió Jesús:
«La obra de Dios es esta: que creáis en el que él ha enviado».
Palabra del Señor
Reflexión
El libro de los Hechos de los Apóstoles nos narra los comienzos de la Iglesia, la fuerza de la palabra de Dios, Muerte Resurrección del Señor y el testimonio de los primeros cristianos interpela a los oyentes, muchos de ellos acaban pidiendo el bautismo y la conversión. El trabajo de la evangelización tiene en algunos casos el precio de dar la vida por el Señor. Esteban es el primer mártir de la Iglesia, en un proceso parecido al de Jesús, sobre todo la confesión de que Jesús es el Hijo de Dios provoca tal odio, que unos cuantos de la sinagoga terminan pidiendo la muerte de Esteban. El texto de hoy nos recuerda los pasos previos a su lapidación. Todavía en nuestro mundo sigue repitiéndose el desprecio y la marginación, en algunos lugares el martirio, por confesar la fe en Jesucristo.
En el evangelio la gente busca a Jesús porque les había sorprendido con el milagro de la multiplicación de los panes y habían saciado su hambre. Se comprende que busquen a Jesús, sin ningún esfuerzo encontraron el alimento que necesitaban. Pero el milagro es un signo para descubrir “no un alimento transitorio, sino el permanente, el que da la vida eterna”. La eucaristía es el alimento que nos lleva a la vida en plenitud, pero tiene que ir acompañado del testimonio de la Iglesia, de cada uno de nosotros en nuestras vidas, el ejemplo de una vida que trabaja por la paz, la justicia y el amor fraterno, sin olvidar la oración, la intimidad con el Señor. Tenemos la suerte de vivir en una zona del mundo donde tenemos resueltas las necesidades más elementales, más aún, con un exceso de cosas y de bienestar que hace que olvidemos la transitoriedad de la vida. Centrados en los asuntos del mundo podemos perder de vista la perspectiva que nos presenta el Evangelio. La respuesta a la pregunta “¿Qué tenemos que hacer para realizar las obras de Dios?” nos la da el mismo Señor “Que creáis en el que Él ha enviado”, de modo que el dinamismo de la fe realizará en nosotros las obras que nos pide Dios, creer en el evangelio de Jesucristo y obrar consecuentemente. Hemos de ser humildes y reconocer que necesitamos la gracia de Dios para ser mejores personas y mejores cristianos. ¡Que la gran noticia de la Resurrección del Señor llene nuestros corazones de alegría y de esperanza!
-Pedimos al Señor por la paz en el mundo entero.
-Por la salud de todos los enfermos
-Por las vocaciones al sacerdocio
-Para que no se malogre ninguna vida desde la concepción hasta la muerte.