Reflexión lunes 18 de abril
Lectura del santo evangelio según san Mateo (28,8-15):
EN aquel tiempo, las mujeres se marcharon a toda prisa del sepulcro; llenas de miedo y de alegría corrieron a anunciarlo a los discípulos.
De pronto, Jesús salió al encuentro y les dijo:
«Alegraos».
Ellas se acercaron, le abrazaron los pies y se postraron ante él.
Jesús les dijo:
«No temáis: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán».
Mientras las mujeres iban de camino, algunos de la guardia fueron a la ciudad y comunicaron a los sumos sacerdotes todo lo ocurrido. Ellos, reunidos con los ancianos, llegaron a un acuerdo y dieron a los soldados una fuerte suma, encargándoles:
«Decid que sus discípulos fueron de noche y robaron el cuerpo mientras vosotros dormíais. Y si esto llega a oídos del gobernados, nosotros nos lo ganaremos y os sacaremos de apuros».
Ellos tomaron el dinero y obraron conforme a las instrucciones. Y esta historia se ha ido difundiendo entre los judíos hasta hoy.
Palabra del Señor
REFLEXIÓN
El encuentro con el Resucitado es una experiencia personal. En la octava de Pascua vamos a contemplar cómo se produce ese encuentro con distintos discípulos de Jesús. Hoy vemos a las mujeres que se habían acercado al sepulcro y se lo habían encontrado abierto. La reacción es contradictoria. Sienten temor ante lo inesperado, pero al tiempo también sienten alegría por lo que intuyen. Vuelven a anunciarlo a los apóstoles, pero por el camino les sale al paso el mismo Jesús Resucitado y les invita a abandonar el temor. El encuentro con Jesús es fuente incesante de alegría. Por otro lado, los poderosos siguen actuando. Sobornan a la guardia para que digan que han robado el cuerpo. Es una confesión implícita de la resurrección, ya que se sienten amenazados por el glorioso acontecimiento que quieren ocultar.