21 junio

Reflexión lunes 21 de junio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (7,1-5):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No juzguéis y no os juzgarán; porque os van a juzgar como juzguéis vosotros, y la medida que uséis, la usarán con vosotros. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Déjame que te saque la mota del ojo”, teniendo una viga en el tuyo? Hipócrita; sácate primero la viga del ojo; entonces verás claro y podrás sacar la mota del ojo de tu hermano.»

Palabra del Señor

 

REFLEXION

En estas fechas  como acontecimiento habitual suena el final de curso. Tiempo de exámenes y anuncio de una nueva etapa, tiempo de calificaciones. Un trabajo que para los profesores no siempre resulta cómodo por cuanto hay que juzgar y calificar no a una persona sino el trabajo que el estudiante se ha comprometido en realizar durante el curso académico, un trabajo que ha de ser evaluado. No se trata de descalificar a nadie sino de ilusionar por el aprendizaje, el saber y la corrección cuando es necesaria, lo que requiere esfuerzo personal y la enseñanza competente del profesor.

El Evangelio de hoy nos advierte del peligro de discriminar o descalificar a  los demás como personas. Cuando en la relación con los demás actuamos de esta forma, si somos sinceros, siempre lo hacemos dejándonos llevar de la vanidad, el engaño o la mentira, no nos interesa el trabajo del otro ni tampoco dialogar para buscar una solución, sino descalificar al otro, lo que contribuye al aumento de las tensiones y los conflictos. La humildad, la sencillez y la verdad nos ayudan a reconocer los fallos de cada uno y a ser comprensivos con las debilidades de los demás. Y esta forma de actuar tampoco se puede improvisar, tiene que ser la respuesta y la firme decisión de revisarse cada da a uno mismo, lo que en la espiritualidad cristiana conocemos con el nombre de examen de conciencia. El ejemplo del hijo pródigo es una lección a tener en cuenta cada vez que nos alejamos de Dios y de los demás. La medida de la misericordia es la que nos sana y reconcilia con nosotros mismos, con Dios y con los demás.

Las palabras del Señor no son una teoría, son un ejercicio de la persona que desea vivir y que desea que vivan los demás. Una clave para comprender las relaciones actuales entre las personas y conocer donde está el remedio cuando aparece el conflicto.

-Pidamos al Señor la humildad del corazón para con El y los demas´.

-Pidamos por la paz y la justicia en el mundo.

-Pidamos por las vocaciones sacerdotales

-Pidamos por la salud de todos los enfermos.

pastoral

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