Reflexión lunes 24 de abril
Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 22-29.
Después que Jesús alimentó a unos cinco mil hombres, sus discípulos lo vieron caminando sobre el mar. Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del mar notó que allí no había más que una barca y que Jesús no había embarcado con sus discípulos, sino que los discípulos se habían marchado solos. Entretanto, unas barcas de Tiberíades llegaron cerca del lugar donde habían comido el pan. Cuando la gente vio que Jesús no estaba allí, ni tampoco sus discípulos, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaúm, en busca de Jesús. Al encontrarlo a la orilla del lago, le dijeron: «Maestro, ¿cuándo has llegado aquí?» Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: vosotros me buscáis, no porque habéis visto señales, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre, pues a este lo ha sellado el Padre, Dios». Ellos le dijeron: «Y, ¿qué tenemos que hacer para realizar las obras de Dios?» Jesús les respondió: «La obra de Dios es que creáis en quien él ha enviado».
Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Queridos amigos y amigas:
Hoy, después de la multiplicación de los panes, la multitud se pone en busca de Jesús, y en su búsqueda llega hasta Cafarnaúm.
Ayer como hoy, los seres humanos han buscado lo divino. A Jesús lo buscaba la gente porque había saciado sus deseos materiales cuando multiplicó el pan en una ocasión.
Sin duda también tenían hambre de otro pan más esencial, aunque no lo sabían. Jesús reconoció que “andaban como ovejas sin pastor”. Por eso, su respuesta nos interpela y nos anima a trabajar en el crecimiento de la fe. Sus palabras nos ayudan a discernir y purificar nuestras intenciones en su seguimiento.
Podemos preguntarnos: ¿Por qué busco al Señor? ¿Dónde busco el pan que alimenta mi vida? ¿Qué está alimentando mi vida?
Jesús, nos dice el evangelista, no quiere que se le siga por interés sino por fe, por creer en Él y en su Palabra. Quiere que tengamos claro que es el Hijo de Dios, que viene para saciar y llenar nuestra vida, para estar cercano a los débiles y necesitados, a los más olvidados de la sociedad y a todos.
Pongámonos enfrente de este texto y digámosle al Señor con sinceridad por qué lo buscamos, cuáles son nuestras motivaciones más profundas y sin duda alguna Dios nos hará ver con claridad cuáles son las conductas que se ajustan al quehacer de Jesucristo, Luz y Señor del mundo y de la vida, y cuáles son las que, con espíritu de enmienda, debemos cambiar para hacer con Él la tierra y los cielos nuevos, donde el amor crezca por toda la eternidad.
Que este tiempo de Pascua sea para todos nosotros una oportunidad para redescubrir en los pequeños signos de cada día la presencia de Dios en nuestra vida y de abrirnos al seguimiento del Señor Resucitado con un corazón que no va tras Él por el alimento perecedero, sino por el que permanece.
Revisemos nuestro andar, afanes y metas a luz de lo que nos dice el Evangelio de hoy. ¿Cómo estamos? ¿Buscamos acercarnos a Dios?
¡Feliz día!, disfrutad y dejaos moldear por Dios.