Reflexión lunes 29 de noviembre
Lectura del santo evangelio según san Mateo 8, 5-11.
En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole:
«Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho».
Le contestó: «Voy yo a curarlo». Pero el centurión le replicó: «Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: «Ve», y va; al otro: «Ven», y viene; a mi criado: «Haz esto», y lo hace».
Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: «En verdad os digo que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos».
Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
Queridos amigos y amigas:
El Adviento que, litúrgicamente, empezamos ayer, es un grito, una oración, y lo encontramos simbolizado hoy en la postura y conducta del centurión. Acude porque espera, y espera porque confía. Ha comprendido el papel esencial de la fe y obra consecuentemente.
No siempre acertamos a la hora de valorarnos a nosotros mismos. Necesitamos reconocer nuestro valor innato por el hecho de ser personas para poder tratar a los demás con la delicadeza y el cuidado que merecen. Pero esto no está reñido con saber cuál es nuestro lugar ante Dios. Su amor tierno y entrañable no se contradice con su condición de Creador y Señor de todo.
¡Qué profundo y aleccionador este encuentro entre el centurión dolorido y con fe, y la respuesta misericordiosa y salvadora de Jesús!
Impresiona la prontitud con que Jesús reacciona siempre que le piden que atienda a alguien que sufre. Tampoco le importa tener que entrar en casa de un pagano, a pesar de lo mal visto que estaba. Por eso el mismo centurión, que lo sabía, expresa a Jesús su fe firme en que podrá curar a su criado a distancia.
Jesús se admira de esta gran fe, que no encuentra ni en Israel y nos la ofrece como modelo. La fe y el amor son los requisitos esenciales para participar en el Reino, accesibles a todos.
Señor, ayúdanos a tener el amor y la fe de aquel centurión y tu disponibilidad para responder a quien nos necesite. ¡Ayúdanos a apreciar tu amor, la gracia de tu amistad y tu presencia viva en nosotros!
Entremos en nuestro Adviento con las actitudes del centurión y piamos por nosotros, es hora de renovar nuestra conciencia y nuestra respuesta a Cristo.
Dejémonos también nosotros curar por Jesús, y dejémonos llamar por Jesús, perdonar por Jesús, y sigámoslo alabando a Dios.
¡Feliz día!, disfrutad y dejaos moldear por Dios.