Reflexión lunes 4 de julio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (9,18-26):
En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba, se acercó un personaje que se arrodilló ante él y le dijo: «Mi hija acaba de morir. Pero ven tú, ponle la mano en la cabeza, y vivirá.»
Jesús lo siguió con sus discípulos. Entretanto, una mujer que sufría flujos de sangre desde hacía doce años se le acercó por detrás y le tocó el borde del manto, pensando que con sólo tocarle el manto se curaría.
Jesús se volvió y, al verla, le dijo: «¡Ánimo, hija! Tu fe te ha curado.» Y en aquel momento quedó curada la mujer.
Jesús llegó a casa del personaje y, al ver a los flautistas y el alboroto de la gente, dijo: «¡Fuera! La niña no está muerta, está dormida.»
Se reían de él. Cuando echaron a la gente, entró él, cogió a la niña de la mano, y ella se puso en pie. La noticia se divulgó por toda aquella comarca.
Palabra del Señor
REFLEXIÓN
El relato de San Mateo nos presenta al Señor lleno de humanidad, camina entre la gente, se deja tocar, dialoga con naturalidad escuchando los problemas de las personas. El relato se centra en el diálogo de Jesús con dos personas, la primera era un personaje importante y la segunda una persona anónima, entre ambas había algo en común, la fe en el Señor.
La fe del primero se manifiesta con un gesto de adoración: “se postró ante él” las palabras de petición “Mi hija acaba de morir; pero si tú vienes y pones tu mano sobre ella, vivirá”, el resultado es que el Señor la tomó de la mano y se levantó. La adoración es un gesto del reconocimiento de la divinidad del Señor.
La mujer tenía una confianza plena en Jesús, pensaba: “Con solo tocar su vestido quedaré curada” Jesús al verla le dijo: “Ánimo, hija, tu fe te ha salvado.” Dos ejemplos de cómo debe ser la fe de los discípulos y la fe de todos nosotros.
El relato evangélico muestra una gran naturalidad en la actividad del Señor, no resulta extraño para el pueblo, se le acerca un personaje importante y también una persona anónima, que en este caso era una mujer. La fe forma parte de la vida de las personas, lo extraordinario es la presencia de Jesús, que tampoco les resulta extraño, quizá animadas por los hechos prodigiosos que se decía que realizaba Jesús. El hecho es que el se muestra asequible para todos, no crea barreras a su alrededor, el acceso a su persona resulta fácil para los que le buscan.
La normalidad en nuestra sociedad no cuenta con esa naturalidad en la relación con el Señor, la economía, el bienestar, los problemas del mundo excluyen esta referencia que nosotros, los cristianos, debemos hacer normal con las palabras y el ejemplo. Al final del curso académico deberíamos incluir nuestra acción de gracias al Señor y el agradecimiento a todas las personas que nos ayudan y está en nuestro entorno.
-Pidamos por la paz en el mundo entero y por la paz entre Rusia y Ucrania.
-Por todos los enfermos para que el Señor les conceda la salud.
-Para que el tiempo de descanso sea también de encuentro con el Señor
-Por las vocaciones al sacerdocio.