Reflexión martes 24 de enero
EN aquel tiempo, llegaron la madre de Jesús y sus hermanos y, desde fuera, lo mandaron llamar.
La gente que tenia sentada alrededor le dice:
«Mira, tu madre y tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan».
Él les pregunta:
«¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?».
Y mirando a los que estaban sentados alrededor, dice:
«Estos son mi madre y mis hermanos. El que haga la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre».
Palabra del Señor
Ser cristiano no es un moralismo ni una ideología o una filosofía, sino que hay que nacer de nuevo, nacer de agua y de Espíritu (cf. Jn 3, 3-5), y entrar a formar parte de una nueva familia la Iglesia, la familia de los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen; con unos hermanos concretos que el Señor te ha regalado para caminar juntos hacia la meta del cielo.
Y la pertenencia a la nueva familia de los discípulos de Jesús, a la Iglesia, se manifiesta no con los lazos de la sangre, o de la amistad, o con un vínculo meramente formal, sino de la acción del Espíritu Santo.
Y el ser discípulo se manifiesta en vivir cumpliendo la voluntad del Padre. Este es el culto de la Nueva Alianza: Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído… Aquí estoy para hacer tu voluntad.
Hoy, esta Palabra quiere invitarte a descubrir y gozar que no estás creado para vivir en la soledad: si le abres el corazón al Señor y te dejas llenar por el Espíritu Santo, también tú gozarás de la presencia del Espíritu Santo, que lo hace todo nuevo: Yo esperaba con ansia al Señor; él se inclinó y escuchó mi grito. Me puso en la boca un cántico nuevo.